Contra Viento y Marea

(9) Es algo más

"Y yo sé que no es querer, porque en tus ojos yo me puedo perder. Contigo olvido lo que es temer, acaso no sabes que tú eres para mí la noche, el día en mi vivir; la sangre en mis venas, lo doy todo por ti. Contigo el mundo no tiene final, y el tiempo no nos va a separar..."

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La emoción corrió a través del cuerpo de Sam en el instante en que Omar le entregó un teléfono en sus manos.  Hacía tiempo que ambos se limitaban a tener comunicación con Isaías o con la madre de Omar.  Estos eran sus confidentes y guardianes.

“Estás lista, mi amor?” le preguntó Omar al ver el rostro de felicidad de Sam.

“Como nunca…” dijo esta e inmediatamente comenzó a marcar el número de teléfono de su madre. 

El teléfono sonó varias veces antes de que Bárbara contestara. 

“Hola?” la voz de su madre en el otro lado de la línea, hacía estremecer a Sam de la emoción.  Tal vez esta se fue de la casa por culpa de su madre no creerle, pero ella era el ser que le había dado la vida, y que a pesar de hacerla sufrir tanto durante su niñez, la amaba con todo el corazón.

“Mamá?” preguntó Sam con los ojos llenos de lágrimas.

“Sam? Eres tú?”

“Sí, mamá.  Cómo has estado?”

“Mi vida, perdóname por no haber creído en ti….por haberme cegado…” a penas Sam podía entender a Bárbara, esta se encontraba ahogada en llanto.

“Mamá, ya eso está en el pasado…yo fallé al nunca decirte por lo que estaba pasando.  Solamente tenía miedo por ti…”

“Por mí, mi vida?  No te entiendo.  Si la que sufría en silencio eras tú.”

“Es una larga historia, y honestamente muero por verte, por abrazarte, por estar contigo” ya para este entonces Sam acompañaba a su madre en el llanto incontrolable.

“Qué te detiene de hacerlo?”

“Esteban, mamá…”

“Ese desgraciado ya no vive aquí.  Benjamín lo echó de la casa.  Es un….”

“Nada de lo que digas le hará pagar todo lo que hizo, mamá.  En su momento iremos ante la ley, y entonces será el momento en que pagará estos tres años de sufrimiento…”

“Quiero verte también, mi vida…”

“Hay que esperar un poco más.  Estoy segura de que Esteban está estudiando todos sus pasos para dar conmigo.  Prometió vengarse por haberlo delatado…”

“Es un desgraciado.  Cómo pudo arrebatarte de esa manera tu inocencia, mi vida?  Siento que soy un fracaso como madre, primero la droga y luego, prácticamente, te pongo en las manos de un enfermo…”

“No continúes echándote la culpa, mamá.  Yo no debí callar, pero Esteban me amenazó…”

“Con qué, Sam.  Qué era más importante que tu inocencia?”

“Tú…” dijo Sam sintiendo que se desplomaba.  Fue duro aceptar que había sido abusada sexualmente, ahora mucho más confesarle a su mamá la amenaza que le tenía Esteban.

“Yo, Sam?  No entiendo.”

“Nunca te lo había dicho, pero estudié a Esteban muy bien desde el principio.  Ese hombre siempre tuvo lo que quería, no aceptaba un no por respuesta, y tiene mucha gente a su alrededor que es capaz de hacer cosas que me asusta pensar en ellas…”