(2) Sin palabras de relleno

4.3K 174 14
                                    

Fue una decepción completa, cuando Sam entró a la casa por un segundo, y cuando salió encontró a Tatiana sentada en las piernas de su hermanastro y besándose.  Cómo podía ser posible! Ella tenía trece años también, mientras que Esteban tenía dieciocho. 

Unas horas luego, sus amigas, o mejor dicho, compañeras de clase, salieron de su casa.  Compañeras de clase, porque una amiga no hace eso, mucho menos en tu casa; sabiendo que no tenía ningún tipo de esperanza con ese hombre.

Samantha no sentía ningún tipo de atracción hacia Esteban, por lo que no eran celos lo que ella sentía; como pensó Kimberly cuando vio el rostro de Sam al encontrarse con la escena.  Su hermanastro simplemente, era una persona que a ella no le agradaba por sus actitudes. 

Luego de recoger lo que habían utilizado para comer y lavarlas, Sam fue hasta su habitación para darse un baño.  Se sentía feliz que el día había terminado, y que al día siguiente llegaría su mamá con Benjamín.  Estaba ansiosa por compartir con Bárbara y festejar su cumpleaños.

Mientras ella se bañaba, recordaba como era su vida antes de llegar allí; como todo cambió de la noche a la mañana.  Pasaron de una pesadilla, a un sueño de hadas.  El único inconveniente era Esteban, pero había podido lidiar con eso.  Ella permanecía en su habitación y se veían en la escuela y las veces que iban a comer.

Cerró la ducha y se envolvió en una toalla.  Abrió la puerta que daba a su habitación, aun con el agua cayendo de su cabello.  Sintió algo de frío, y su corazón se paralizó cuando encontró a Esteban sentado en su cama.

“Qué haces aquí?” preguntó sin poder disimular el enojo.

“Quería verte” respondió este con una sonrisa sarcástica.

“Pues ya te puedes marchar.”

“Estás celosa porque te robé a tu amiga?” continuó este con su interrogatorio mientras caminaba hacia ella

“No, no tengo porqué estarlo.  Es su decisión si quiere estar contigo; además, tú eres mi hermanastro, y como eso te veo.”

“Es bueno saber que no te molesta que ellas compartan conmigo…” decía este mientras la observaba de arriba abajo; inmediatamente Sam sintiéndose desnuda, ya que solo la cubría aquella toalla.

“Es tu vida, y la de ellas.  Yo no tengo porqué meterme.  Ahora, si me haces el favor, necesito que salgas de la habitación para poder cambiarme.”

“Y si no quiero salir?” preguntó provocando que Sam diese un paso hacia atrás.

“Pues, te puedes quedar.  Si quieres continuar hablando, nos vemos enseguida” dijo ella mientras caminaba a su ropero a buscar una muda de ropa, con la intención de cambiarse en cualquier otra habitación.  Si Esteban quería molestarla, no lo iba a conseguir.

El sentir su cuerpo detrás del de ella, hizo que Sam se congelara por completo.  Le asustaba pensar cuales eran las intenciones detrás de todo esto.  Porqué a ella? 

“No quiero que te vayas, hermanita” cada vez que Esteban usaba este término, provocaba que a Sam le hirviera la sangre.

“No soy tu hermana!  Déjame salir!” le gritó Sam intentando hacerse la valiente.

“Pues, por eso mismo.  No eres mi hermana, lo sé.  Y hoy vi algo que no había notado.  Me gustas mucho…” continuaba Esteban acercándose más y acorralándola entre el ropero y su cuerpo. 

“Déjame en paz!  A mí no me gustas!”

“Pero a mí sí, y nunca he aceptado un no por respuesta.  Eres muy inteligente para haber notado esto.  Sé que me has estado estudiando, no lo niegues.”

Contra Viento y MareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora