(15) Entre cuatro paredes

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Sam no podía detener su llanto, cada vez se hacía más difícil de controlar.  A Omar ya se lo habían llevado, y a su madre y a Consuelo las estaban subiendo a un auto.  Esta sentía temor, no solo por ella, sino por su bebé, por Omar y aquellas dos mujeres.

“Qué vas a hacer con nosotros?” le preguntó Sam aun de pié frente a Esteban.

“Vamos para la casa, como antes…Solo que papá ya no estará.  Seremos una familia…” en los ojos de Esteban se podía notar que no estaba bien; que estaba obsesionado con ella y que de alguna manera, se estaba volviendo loco.

“Por favor Esteban, te prometo que no levantaré ningún cargo contra ti, que no queremos nada de la herencia de Benjamín; solo te ruego que nos dejes tranquilos.  Si quieres, nos vamos lejos de esta ciudad…” las palabras de Samantha eran insignificantes para Esteban.

“Tú siempre serás mía, de nadie más.  Nada de lo que digas o prometas, me hará cambiar de opinión.  Ahora ven, ya es momento de irnos a la casa…” dijo este extendiendo su  mano hacia ella.

“Jamás!” gritó Sam intentando correr, pero Esteban la agarró a tiempo, pegándole en el rostro.

“Si no quieres que te trate así, a golpes, más te vale que te portes como quiero.  Que no prestes resistencia y mucho menos intentes escaparate, porque no te irá nada bien…” fue la amenaza de Esteban mientras la besaba; Sam inmediatamente, cerrando su boca y forcejeando con este. 

Unos minutos eternos luego, estaban de vuelta en aquella casa grande, la que ya no se sentía igual que antes; mucho menos cuando llevaban a estas mujeres en contra de su voluntad. 

Esteban encerró a cada una de las mujeres en sus respectivas habitaciones.; siendo Sam la última que Esteban llevó. 

“Regreso enseguida…” le dijo mientras tocaba el rostro de esta, y cerraba la puerta una vez salió.

Sam inmediatamente corrió hasta la puerta, notando que le era imposible abrirla.  Cómo Esteban podía ser tan malo, cuando su papá había sido un buen hombre?  Sam no pudo hacer más, solo comenzar a golpear la puerta hasta cansarse.

Un fuerte dolor de cabeza la atacó, y no le quedó más remedio que sentarse en la cama.  No podía olvidar ante toda esta situación, que llevaba un bebé creciendo dentro de ella, al que tenía que cuidar por sobre todas las cosas. 

“No te preocupes, saldremos bien y estaremos pronto al lado de tu papá…” decía Sam mientras colocaba sus manos sobre su estómago, el que aun no demostraba nada.

Unos días pasaron, Sam ya había perdido la cuenta de esto.  Le preocupaba el bienestar de Consuelo y de su madre; más aun como se encontraba Omar luego de los múltiples golpes que el desgraciado de Esteban le había dado. 

Dentro de todo, si algo la llenaba de felicidad, era el hecho que Esteban no había puesto su mano sobre ella aun.  Este venía en las noches y se acostaba a su lado, la tocaba, la besaba, pero no llegaba a nada más íntimo. 

“Esteban?” preguntó Sam llena de miedo una mañana luego que este despertó. 

“Dime…” contestó este dispuesto a abrir la puerta para salir.

“Puedo ver a mi mamá?”

“No, aun no.  Tal vez el día de nuestra boda.”

“Nuestra boda?” las palabras de Esteban la habían dejado algo desconcertada.  Su boda, con quién?

“Sí, tú y yo.  Sam, estoy preparando todo…Comenzaremos todo como debe ser…” definitivamente el hombre estaba loco; necesitaba más ayuda profesional de lo que Sam había pensado.

Contra Viento y MareaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora