Capítulo 22: De vuelta al pasado

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El viaje no fue más largo de lo que recordaba, ahora trasladarse era mucho menos cansado de lo que fue en su pasado, a pesar de ello, los recuerdos le abrumaron el camino y la amargura de los mismos le hicieron querer llegar a su destino a la mayo...

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El viaje no fue más largo de lo que recordaba, ahora trasladarse era mucho menos cansado de lo que fue en su pasado, a pesar de ello, los recuerdos le abrumaron el camino y la amargura de los mismos le hicieron querer llegar a su destino a la mayor brevedad posible. Cada segundo que se alejara de Emilia, era lo mejor para su herido corazón, sólo el tiempo y la distancia le devolverían la paz y tranquilidad que ahora requería para intentar subsistir en un mundo que desconocía como propio.

A través de la ventanilla lograba ver la ciudad, nada de eso era como recordó, pero ahí estaba, añorando encontrar esa bonita finca en la que entró como apenas un niño y salió convertido en hombre. Había un frío invernal rosándole la piel del rostro, levantó el cuello del saco que traía puesto y volvió a tomar del bolsillo el papel en el que tenía anotada la dirección de su antigua vivienda. 

A las afueras de la estación del tren, existía una extenuante cantidad de ruido, autobuses, automóviles, peatones, bicicletas, personas ofreciendo hoteles y tours alrededor de la ciudad. Arthur no entendía absolutamente nada de lo que sus ojos percibían, en su cabeza, París era una ciudad tan diferente, que con dificultad creería que se encontraba en la vieja Francia donde creció.

Un hombre de cabello rebelde se le acercó finalmente, miró a Arthur con el particular semblante entristecido y con una media sonrisa se le acercó.

—Usted debe ser inglés —dijo el hombre, retirando el gorro que le calentaba la cabeza.

Arthur volvió el rostro y frunció con delicadeza el ceño después de mirar a quien parecía diminuto a su lado.

—Lo soy —confirmó desinteresado.

—Parece perdido, ¿necesita ayuda? —ofreció el desconocido que se estremecía con el clima.

El primer impulso de Arthur fue el de negarse; no obstante, ¿qué haría para ubicarse? A su parecer, sería mejor aceptar la ayuda de quien la brindaba.

—Yo... Bueno... Sí, en realidad necesito ir a este lugar —expuso Arthur luego de mostrarle el papel que traía consigo.

El hombre miró la dirección escrita y el nombre del sitio, arqueó una ceja sin desviar la mirada de Arthur.

—Un extraño paraje para visitar, ¿no es usted un turista?

—No creo serlo —negó tomando el papel de regreso—. ¿Sabe cómo puedo llegar hasta ahí?

El hombre colocó de nueva cuenta su gorro, estaba claro que las temperaturas bajarían con cada hora que pasaría.

—Está a varios kilómetros de distancia a las afueras de Francia. ¿A quién visitará por allá?

A Arthur no le importó responder, el extraño le inspiró confianza cuando notó la ropa desgastada y el calzado viejo.

—A nadie en particular. Es la vivienda lo que me interesa si es que aún sigue de pie —respondió relajado.

Después de 174 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora