6. Eco solitario

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"Estoy muriendo y a nadie le importa", susurra mi voz en la penumbra,
un lamento solitario en un mundo indiferente y frío.
Mis palabras se desvanecen en el silencio vacío,
como suspiros ahogados en un océano de desidia.

Las lágrimas que derramo son ríos de desesperanza,
sin encontrar consuelo ni un hombro donde reposar.
En esta existencia desamparada y sin sentido,
mi agonía se desvanece en el aire sin encontrar lugar.

La sombra de la soledad me envuelve sin piedad,
mientras la vida sigue su curso sin detenerse.
Me encuentro perdido en un abismo sin salida,
donde la empatía es solo una ilusión efímera.

Sin embargo, no vislumbro ninguna luz de redención,
solo un vacío abismal que se expande sin cesar.
En cada paso, siento el peso de la indiferencia,
una carga que me arrastra hacia el abismo final.

En esta desolación sin esperanza ni consuelo,
mi grito se pierde en el eco de la nada.
No hay palabras que den fuerza para seguir adelante,
solo resignación y la certeza de una despedida anticipada.

El mundo es un lienzo oscuro y desolado,
donde mi dolor se diluye en la vastedad del olvido.
No hay consuelo en las palabras o la compasión ajena,
solo la sombría certeza de un destino desabrido.

Así, en esta agonía que no encuentra refugio,
mi voz se desvanece en el abismo sin retorno.
Sin esperanza ni redención, camino hacia el ocaso,
donde la muerte acecha con su abrazo eterno.

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