16. Tejidos de amor

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En el vasto lienzo de la emoción,
donde los versos florecen con pasión,
tejiendo palabras con hilos de amor,
dibujaré una poesía llena de esplendor.

En el horizonte de corazones ansiosos,
la melodía del amor se hace gloriosa,
susurra al viento, cautiva al universo,
un canto que enaltece cada verso.

El amor, suave y dulce como el rocío,
envuelve las almas en su abrazo sombrío,
entrelaza manos, funde miradas,
y despierta en los labios caricias soñadas.

Es la llama ardiente que nunca se apaga,
la fuerza que el tiempo jamás desgasta,
un oasis eterno en el desierto de la vida,
un tesoro que enriquece cada despedida.

En el vaivén de los días y las noches,
se entrelazan almas, se funden derroches,
bailan dos corazones al son de un latido,
en cada instante, en cada suspiro compartido.

El amor es un verso que nunca se olvida,
una sinfonía que en los oídos resuena,
una promesa eterna que nunca se desvanece,
un lazo que en el alma siempre permanece.

Así, en esta oda a la pasión eterna,
tejo palabras que buscan la gloria más tierna,
y si en el corazón encuentran eco sincero,
ese premio ganado será verdadero.

Porque el amor, en su esencia inmortal,
trasciende galardones, supera cualquier umbral,
y en cada poema que su esencia habita,
siempre será un premio, una joya infinita.

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