-¡No la toques! -le ruge Dylan, al pobre y estupefacto Petulante. Lo ha cogido por sorpresa. Me siento mal; sólo estaba probando suerte. Podía apañármelas yo sola.
¿De dónde ha salido?
Justo lo que necesitaba en mi noche de fiesta y supuestamente libre de hombres arrogantes. Me ha tenido cuatro días preguntándome de qué iba el asunto y ahora aparece, de repente, como un toro salvaje.
¿Aún le dura el cabreo del martes?
-Lo siento, tío. No pretendía ofender. Tu novia y yo sólo estábamos charlando, sin más -explica Petulante muerto de miedo, bueno miedo es poco.
« ¿Novia? ¡Vaya!» Me gustaría decirle al pobre muchacho que el maníaco que lo está agarrando de la garganta ni siquiera es mi novio pero, viendo el humor de Dylan, decido no arriesgarme a empeorar las cosas.
-Dylan, suéltalo, no estaba haciendo nada.
Petulante me mira agradecido. Sabe que no es del todo cierto. Unos segundos más, y estoy convencida de que habría acabado tirándole la copa encima. Acaricio el brazo a Dylan con suavidad en un intento de tranquilizarlo e ignoro su cálida dureza. Parece estar a punto de estallar de furia.
Estoy cabreada. ¿Cómo se atreve a presentarse aquí y fastidiar mi noche de superación por su abandono?
- ¿Qué está pasando? -pregunta Irene a mi lado.
-Nada -respondo tajantemente-. Dylan, nene suéltalo.
No parece escucharme. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? No quiero verlo. Ya empezó a perder la razón y ni siquiera me ha mirado todavía. Tampoco puedo largarme y dejar que el pobre Petulante soporte la ira injustificada de Dylan aunque se lo merece.
¿Dónde coño se ha metido los últimos cuatro días?
Me siento tremendamente aliviada cuando Daniel aparece en escena.
-Daniel, por favor, tranquiliza al gilipollas de tu amigo, parece que no me hará caso a mi. -Me vuelvo hacia Irene-. Vamos.
Los ojos de mi amiga se iluminan como un festival de fuegos artificiales con la inesperada llegada de Dios, que intenta convencer a Dylan de que libere la garganta de Petulante mientras yo me marcho con Irene a la pista de baile.
-¿A qué ha venido eso? -pregunta.
-Olvídalo. ¿Qué ha pasado con Will?
-Era un capullo muy engreído. Venga, vamos a bailar.
La aparición de Dylan me ha pillado desprevenida. ¿Es una coincidencia o sabía que estaría aquí? ¿Cómo iba a saberlo? Me lo estaba pasando genial y llevaba ya por lo menos una hora sin pensar en él, lo cual para mi era todo un récord comparado con los últimos cuatro días. ¡Joder!
Aparto a Dylan de mi mente y dejo que la música me traslade a un lugar mejor. Me encanta esta canción. Tras media hora y un montón de canciones fantásticas, sigo sin saber nada del loco de Dylan. Daniel debe de habérselo llevado, o tal vez lo hayan echado los porteros. Da igual, el caso es que soy libre de continuar con la gran noche que estaba teniendo antes de que él apareciera. Le indico a Irene que voy al baño y sonrío cuando ella me responde con un meneo y echándose a reír.
Cuando salgo del cubículo, busco mi maquillaje en el bolso para retocarme el maquillaje. Miro el teléfono y veo que tengo diez llamadas perdidas de Dylan.
¿Qué? Está furioso. Pero ¿por qué cojones lo está? Toda la aflicción que sentía por su ausencia se ha extinguido debido a su comportamiento irracional. ¿Quién se cree que es? Paso de comerme la cabeza con esto.
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Maravilloso Secreto.
RandomEste libro te poseerá hasta incluso será una pasión más arrolladora. Una historia perversamente romántica. "¿Pero será un amor por el que merece la pena apostarlo todo?" Emma Morgan una joven española que vive en Holloway, Londres donde ha intent...