Capítulo 33

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~20 DE SEPTIEMBRE~

🔱 LIAM 🔱

Me quité las gafas de pasta antes de pasarme las manos por los ojos cansado.

Llevaba toda la mañana leyendo y firmando documentos atrasados por mis cortas vacaciones.

Miré el reloj de pulsera antes de ponerme de pie para ir a por algo de comer.

Quizás le propondría a mi hermano que llamasemos a algún restaurante cercano para pedir, sí, se me apetecía un rico plato combinado con mucha...

Frené en seco en cuanto mis ojos vizlumbraron a dos mujeres hablando acaloradamente en el pasillo.

¿Qué diablos?

-¿Giulia?

-¡Liam! –Fue Amber la que me respondió. –¡Dile a esta señora que no puede estar merodeando por los pasillos como si fuera un parque!

-¿Señora? –Giulia la miró con el ceño  fruncido a sabiendas que la otra lo había hecho con desprecio.

-¿Mi hermano sabe que estás aquí?

-No, no me ha dado tiempo de decírselo.  –Esquivó a Amber, que aún seguía plantada en medio de ambos, para venir a saludarme con su estusiasmada pancita. –Tu sobrino tiene papitis.

-¿S-sobrino?

-Sí, ¿es qué no os habíais presentado? –Pregunté mirando a Amber maliciosamente. –Giulia es la prometida de Dominique.

-Sí, y si no quieres que Dom te sustituya, desaparece de mi vista. – Sin añadir nada más, Amber desapareció medio asustadiza haciendo resonar sus tacones. –¿Pero como la podéis soportar?  –Me encogí de hombros.

-Es simpática... Cuando quiere.

-¡Ah! –Se llevó las manos a la boca sorprendida. –¡No me digas que tuviste algo con ella!

-¡Shh! Baja la voz.

-¡Eso es un sí, Liam! ¡Qué fuerte! –Me golpeó en el brazo. –¿No puedes ni guardartela en los pantalones en el trabajo?

-Cállate... –Comenzamos a caminar hacia el despacho de mi hermano.

-¿Cómo está Maisie?

-Bien. Contenta con las clases. – Confesé metiéndome las manos en los bolsillos.

Debía decir que estaba un poco sorprendido por lo bien que le estaba yendo. Es decir, aún era el principio y estaba empezando el curso, pero lo estaba llevando bien.

Llegamos ante la puerta de Dominique cual abrió Giulia sin ni siquiera haber tocado antes.

-¡Amor!

-¿Giulia? –La chica corrió a su encuentro como si hiciera siglos que no se veían. –¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?

-¡Sí! Solo quería unos mimitos... – Murmuró melosamente sentada aún sobre su regazo. –Tu hijo los quería...

-¿Mi hijo solamente? –Rodé los ojos.

¿Por qué debía estar presente en estos momentos de pareja? Me sentía como la tercera rueda. 

-Eh... –Carraspeé apoyando las manos sobre el espaldar de una de las sillas frente al escritorio. –Yo venía a preguntarte si querías comer conmigo, pero puesto que Giulia está aquí, os voy a dejar solos.

Corazones SolitariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora