De un modo u otro, ella debe tener el corazón de Tomioka Giyū en sus manos; y no hay mayor plan tan elocuentemente ideado que pedir su mano.
─No─
El rechazo llegó en un abrir y cerrar de ojos. La chica quedó estupefacta. Él se levanto de la mesa y abandonó la sala sin siquiera dirigirle una última mirada. La dama hizo burlas con incredulidad, claramente ofendida y clavó su mirada en la puerta shoji por donde se había marchado.
─Vaya, eso tuvo que doler─ Comenta Sanemi en tono burlón, recibiendo a cambio una mirada fulminante por parte de la chica recientemente rechazada.
Ella apretó los puños con fuerza aguantando las ganas de borrarle esa mirada de suficiencia del rostro. ¿Porqué pensé que sería fácil? Claramente no lo será, pero bueno... sea como sea, su corazón tiene que ser mío. Dijo en su mente tratando de pensar en otra cosa.
─¿Qué vas a hacer ahora, princesa?─ El Hashira de pelo claro continuó burlándose, haciendo que la poca paciencia que le quedaba a la señorita frente a él se le agotará aún más. De no ser por las cuerdas que unen sus dos muñecas ya hubiese impactado sus nudillos en su cara. ─Acéptalo, ese imbécil iceberg no quiere a nadie, y mucho menos a ti─
Su mirada cambió de enfoque, dirigiéndose ahora al Oyakata-sama. Para luego inclinarse frente a él haciendo que su cabeza casi tocara el suelo, ¡Ah! Esto es tan vergonzoso. Chilló en su mente; los de su clase nunca se habían humillado ante un mortal.
Pero este era un momento de desesperación, y por tanto requería medidas desesperadas, no podía irse de allí sin su corazón.
─¿Puedo quedarme aquí?─ Su voz estaba envuelta en una cadencia conmovedora, esperando que el patriarca aceptara su petición. Ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por obtener su billete de vuelta a casa.
El cabeza de los Kisatsutai la contempló con escrutinio, esa chica tiene un gran aire de misterio, es un enigma que insiste en ser descifrado.
─Dime, querida─ Kagaya habló y ella levantó la cabeza para mirarle con curiosidad por la atmósfera autoritaria que mostraba. ─¿Sabes luchar?─
Sentía su corazón palpitar y a algo retorcerse en sí, también sentía un fuerte calor recorrerle toda la piel. Su palma golpeó su pecho y se aferró a si mismo, mientras recorría el pasillo de camino a sus aposentos.
Observó la nueva marca que había en su piel. Esa la adquirió horas antes de su encuentro con aquella peculiar criatura que le había salvado de las infernales manos del invierno.
Su voz era dulce y melodiosa. A pesar de no la alcanzó a ver bien, está seguro de que la reconocería si la volviera a ver por su aura extraña y sobrenatural.
Pensando y pensando en ello, recordó que de alguna manera ella tenía características similares a las de la chica de hace unos momentos. Pero... ese pensamiento brilla por su imposibilidad, es 0.00% posible. Porque ese ser celestial le había salvado la vida, mientras que esta loca intentó matarle.
Apretó los dientes con fuerza mientras que el ardor que sentía se agudizaba.
Hiba tan entretenido que se tropezó con sus propios pies y casi cae el suelo, como si fuera una colegiala de dorama.
Su mente estaba llena de pensamientos sobre la mujer que le había salvado hace unas lunas, aún más emociones se arremolinaron en su interior.
Sus ojos plata aun miraban hacia la puerta shoji, una extraña sensación brotaba en su piel mientras que el viento nocturno se colaba por la ventana.
─Khione-san─
Una voz la sacó de sus pensamientos. Un poco aturdida notó la mirada expectante de Kagaya, esperando una respuesta. Al darse cuenta de los malos modales que mostraba hizo otra reverencia.
─Aún no has contestado idiota─ La paciencia de Sanemi se agotaba. ─¿Sabes pelear o no?─
Tras respirar profundamente en un intento de calmar su furia para no golpearlo contestó: ─Por supuesto─ La determinación era visible en su rostro. ─Es lo mejor que se hacer─
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➛ 𝐋𝐎𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐎𝐔𝐓 𝐎𝐅 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 || ➵ ᴛ. ɢɪʏᴜ̄
Fanfiction⇝ Un día una ninfa celestial es exiliada de su hogar por salvar a un simple mortal de las lúgubres garras del invierno. Y para poder regresar necesita su corazón. Pero no es una tarea sencilla como creyó al principio que sería, porque el hombre que...