⇝ Un día una ninfa celestial es exiliada de su hogar por salvar a un simple mortal de las lúgubres garras del invierno. Y para poder regresar necesita su corazón. Pero no es una tarea sencilla como creyó al principio que sería, porque el hombre que...
Giyū tomó su rostro en la palma su mano. ─¿Por qué no me lo dijiste antes?─ Su mirada vespertina rebosaba profundidad, algo que no esperaba que el estoico Pilar pudiera mostrar. ─Te he estado buscando desde entonces─
Día y noche, su mente estaba constantemente llena de pensamientos sobre la mujer empírea que lo rescató de las garras del infernal invierno. Aquella mujer que tanto buscó, estuvo frente a él todo el tiempo.
─No he dejado de pensar en ti ni un solo momento...─ Procede a acercarse más a la señorita. ─No sabes cuanto te he añorado, Khio... Si lo hubiera sabido antes...─
─¿Qué quieres decir?─ La de cabellos grises frunció las cejas un poco confundida. Mientra que la pálida piel de sus mejillas ardía con fuerza, por la intensa mirada del hombre sobre sí.
─Khio... Cuando te conocí por primera vez, mi alma se entrelazó a la tuya...─ Hizo una pausa.
Su pulso aumentaba cada vez más y el corazón se le quería salir del pecho.
─Al verte me hiciste caer en alguna especie de hechizo, mi corazón se obsesionó contigo y ahora no paro de pensarte. Pero... por otra parte, cada vez me agradaba más y más la Khione del día a día. No podía entender mis sentimientos, no entendía por qué mi corazón podía estar dividido, pero ahora resulta que nunca fue así, estaba loco por la misma persona; es algo confuso, pero... sí estoy seguro de algo... ¡te quiero! y que sepas que ahora que te encontré no pienso dejarte ir─ Lento y firme, el Pilar comenzó a acercarse a Khione; llegando a estar tan cerca que sus alientos se mezclaban. Aunque poco después se detuvo a una fracción de distancia.
─¿Giyū?─ El calor en su rostro crecía cada vez más al notar un brillo extraño en sus orbes azules.
─Te besaría si tengo tu permiso─ Su cara estaba bañada en varios tonos de rojo.
─¿Per-?─ Fue interrumpida por la sensación de sus suaves labios enredados con los suyos.
Giyū la besó sin siquiera esperar a que le concediera el permiso, un poco inseguro al principio, sin saber siquiera si lo que está haciendo está bien. Pero tras sentir como ella sonrió bajo el beso, le dio la confianza que tanto necesitaba.
Su palma se hundió en la curva de su cinturita profundizando más el beso, hasta quedarse sin aliento.
Giyū la miró sonriente al ver su adorable rubor.
─¿Qué?─ Cuestionó al ver su mirada. Era de esas que te provocan mariposas en el estómago y te hacen el corazón latir a un ritmo ardiente.
─Eres encantadora, Khio─ Dice Giyū con una hermosa y galante sonrisa pintada en los labios. Ambos siendo bañados por la tenue luminosidad de la Luna y las estrellas.
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Días después, Giyū la llevó a explorar el pequeño pueblo. Su pequeña mano se entrelaza con la de él, mientras caminaban, los aldeanos murmuran acerca de el contraste tan hermoso que hacen como pareja. Un tímido rubor pintó su rostro al notarlo. El Hashira procedió a darle un suave apretón en la mano mostrando una mirada tranquilizadora.
Luego, se dirigieron a un lugar más apartado, en las afueras de la aldea.
Donde se encontraban ahora había muchísimos árboles, pero había uno que sobresalía y destacaba entre todos los demás. Su color estaba degradado en tonos claros y oscuros de púrpura. Parecía sacado de un cuento de hadas.
Era un árbol de glicinias. Bajo su cobijo, se encontraba la pareja enamorada, sintiendo la emoción de estar cerca del otro a flor de piel.
Los dos estaban absortos en la mirada del otro. Sus corazones palpitaban más y más rápido con cada segundo que pasa.
─Cásate conmigo─ Soltó Giyū sin más, con un tono de vos encantador.
─Pero si ya soy tu "esposa"─ Ella le miró con una sonrisa cariñosa, mostrando los hoyuelos en sus mejillas.
El Pilar sacudió la cabeza. ─No, Khio─ Un brillo divertido se reflejó en sus orbes azules mientras negaba girando el rostro varias veces de izquierda a derecha. ─Dejemos esta farsa y casémonos de verdad─
La fémina observó cómo envolvía sus manos con emoción entre las de él. ─Me has dado otra oportunidad en la vida, y quiero pasar el resto de ella contigo─
Conocerla fue la génesis de su metanoia. Un cambio poderoso que le sacudió el corazón y el alma.
─Sí, Giyū─ Esbozó una gran y radiante sonrisa, lanzándose a darle un poquito y a abrazarlo con fuerza. ─¡Por supuesto que sí!─
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