Julián no había vuelto a ver a Enzo desde ese día de la propuesta. ¿Por qué? La respuesta es fácil: el morocho se enfermó y no pudo ir al colegio toda la semana.
Juli agradecía internamente que haya faltado, no porque se haya enfermado, sino, que se arrepentía por aceptar su condición.
Se supone que no se iba a dejar caer dentro de la jaula de Enzo.
Pero ya no había vuelta atrás. ¿O sí?
No lo sabía, pero le gustaría poder volver a ese sábado y rechazarlo.
Últimamente estaba distraído por esa charla que tuvo con él; la propuesta y su historia lo habían dejado pensativo por un rato.
¿Habrá sido por pena que le aceptó?, ¿por qué sentiría pena por alguien que ilusiona el corazón de las personas?
Definitivamente, tenía que dejar de pensar en él. No era bueno para mantener su margen de buen estudiante.
Ya era viernes, por suerte. Mañana podría descansar.
Y lo mejor, sería fin de semana larga.
Se había prometido despejarse todo ese finde.
Al menos para pasar más tiempo con su madre, quien siempre lo apoyó y ayudó en todo. Debía agradecerle de alguna forma. Y lo hacía, obviamente.
Él y su mamá eran inseparables. Mariana siempre estuvo ahí cuando Julián la necesitaba, siempre fue una madre presente, a pesar de la ausencia de su padre, siempre supieron llevar hacia adelante todo obstáculo que se les cruzaba.
Aunque algo que notó ella en su hijo, era que nunca se había enamorado, era como si él estuviera evitando enamorarse.
Su progenitora le aconsejaba que no era malo que alguien le gustase, pero el castaño simplemente se negaba y decía que no necesitaba sentir amor o defecto de otra persona que no sea ella.
Aunque en realidad, Julián tenía miedo al amor.
Él tenía apenas cinco añitos cuando sus padres discutían a gritos, mientras se escondía en la habitación de su hermano mayor, Rafael de nueve años y Agustín de siete.
Tenía miedo de que él fuera como su padre. Ser un violento o ser el violentado.
Álvarez sabía controlar sus impulsos, pero temía que, por algún enojo, podría llegar a lastimar a alguien.
Ahora estaba caminando hacia su casa.
No habían hecho mucho en clase; Licha se la pasó molestando al Papu por haberse chapado a Nicolás ese día de la joda, mientras que Nahuel y Alexis estaban riéndose y le seguían la joda a Martínez.
Y encima se habían sumado los amigos de Enzo –menos Otamendi, quien se hacía el boludo–, que locura, ¿no? Ahora eran más.
Llegó a su hogar y lo primero que vió al entrar fue a su madre corriendo de acá para allá.
— Hola, ma, ¿todo bien?
— Hola hijo, Dios... No sabés, me dijeron que hoy hacía contra turno.
— ¿Hoy? Pero si es viernes. Los viernes no trabajas.
— Ya sé, pero dicen que Laura no pudo ir porque tenía que llevar a su nena al cumpleaños de su amiguita y había tremendo transito.
— Uuh, que macana.
— Sí, por eso. — guardó unas cosas más en su cartera y dirigió su mirada a su hijo. — Juli, amor, tenés en la heladera una milanesa de pollo para que lo calientes, tenés puré en la olla y si querés prepárate una ensalada de tomate. — se acercó hacia Julián y beso su frente. — Nos vemos más tarde, hijo.
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•I'm going to conquer you• // Enzo F. x Julián A.
RomanceJulián decía que no tenía tiempo para el amor. Todo el tiempo evitaba al turro que intentaba conquistarlo. Pero Enzo no se daría por vencido, él le llamó la atención desde la primera vez que lo vió.