1- Manos Frías

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—¿Estás segura de ésto? — insistió él, podía notar los nervios en su voz y sus ojos intensos que no encontraban un lugar para descansar. —Es un gran paso y... no quiero forzarte...

Perdió su voz una vez sintió las frías manos de su novia en su rostro. Sus pupilas se dilataron levemente al posar su mirada en la preciosa cara de esa mujer.

—Nunca he hecho algo cómo ésto antes, mentiría si digo que no estoy nerviosa... Pero quiero hacerlo. — le aseguró, añadiendo una sonrisa llena de determinación y tierna emoción.

Sabía como hacerle sentir mejor. Le gustaba eso de ella, cómo le hacía sentir. Acercó su rostro al ajeno y con gentileza acarició sus labios con los propios, besándole con cariño.

Entrelazaron sus dedos, preparándose para dar el siguiente paso.

Al tocar el timbre, ambos jóvenes esperaron unos incómodos segundos de tortura. Escucharon un golpe al otro lado de la puerta y por suerte, alguien finalmente la abrió.

Era un hombre alto de cabellos rubios y un maquillaje un poco extravagante, tenía una cara de culo, pero al sonreír transmitió rayos de sol y un aura acogedora.

—Tú debes ser (t/n), es un gusto conocerte. — fue lo primero que dijo y le ofreció la mano a la fémina, pero antes que ésta pudiese tomarla él la quitó de inmediato. —Disculpen, debe hacer muchísimo frío afuera, pasen.

Era un desastre. Se tropezó al darles espacio a los jóvenes para que se introduciesen a la casa.

—(t/n)-ya... él es Cora-san, Cora-san...

—Encantado, no tienes idea de lo mucho que Law habla de ti. — interrumpió el mayor, lejos de ser maleducado, parecía no hacerlo a propósito. —La verdad me vuelve loco a mi, es cómo si tu nombre estuviese pegado a su boca. No le culpo, tienes un bonito nombre, pero...

—Cora-san...

Las mejillas de Law se volvieron carmesí, era fácil de notar pues su piel pálida le delataba.

—E-Encantada... — dijo ella al notar cómo el ambiente se alejaba de la comodidad. —Law también ha mencionado mucho de usted, me alegro de finalmente conocerle.

Le ofreció la mano, la cual él aceptó con una sonrisa amable.

—¿Dónde están los demás? — preguntó Law, había empezado a jugar con sus dedos, arrancando la piel alrededor de sus uñas.

—De compras con Doffy, ya sabes cómo son los fines de semana. — el rubio volvió a tropezarse mientras caminaba hacia la cocina. Sabía del truco para deshacerse de conversaciones incómodas. —¿Quieren café?

Rezaba para que dijesen que sí.

Y después de unas raras preguntas respecto a cuántas cucharadas de azúcar y con o sin leche, Cora-san se sentó en el sofá junto a los jóvenes.

<< Ésto es tortura... >>

Había llegado a ese momento dónde los pensamientos de la peli-(c/c) éran más altos que las palabras habladas.

—Bueno... ¿Cuanto tiempo llevan saliendo?

—Unos cuantos meses, creo. — dijo ella antes de tomar un sorbo de su café, disfrutando de cómo la taza calentaba sus manos frías.

—Ocho meses.

Tragó con dificultad al escuchar a su novio ser más específico con el tiempo. Y para ser lo más sincera posible, ella no lo recordaba muy bien.

—Me alegra muchísimo que Law finalmente haya encontrado a alguien que le cure lo amargado. — comentó el rubio. —Se le nota más feliz, pareciera que estoy exagerando ya que es Law.

—Cora-san.

—¿Cual es el problema? — se le notaba mucho más emocionado que la joven, quién se hundía cada vez más en el sofá. —Son muy tiernos, ya hasta me atrevería a decir que parecen la pareja perfecta.

La incomodidad hacia un agujero en el sofá que comenzaba a tragararse a la chica.

Las palabras del mayor habían causado que su estómago se revolviese, se mordió el interior de su mejilla, sintiendo la culpa apretar su corazón.

—G-Gracias... — apenas logró pronunciar. Su sonrisa forzada volvió a aparecer nuevamente en su cara, pero se camuflaba a la perfección. —¿Puedo usar el baño?

—Por supuesto. Se encuentra al fondo de ese pasillo. — señaló a cierta dirección y con un leve temblor en las piernas se levantó.

—Es un poco tímida, pero es linda, ¿no?

Logró escuchar la voz de su novio hablar a lo lejos, pero nuevamente sus pensamientos se apoderaron de su mente.

Perdía su mirada en el suelo de ese pasillo, sin poder regresar a la realidad. Sentía que en cualquier momento arrancaría el pedazo de carne en el interior de su mejilla.

Una vez se encerró en el baño se miró al espejo. Un suspiro se escapó de sus labios y su expresión se volvió más apagada. Cómo si las cortinas revelasen un pequeño secreto.

Cansada, otro suspiro salió de sus labios.

Seguía esperando que algún día esos suspiros fuesen provocados por alguien. El momento en el cual ya no debería fingirlo, pero ya había perdido la esperanza.

Éran tantos meses que ya había perdido la cuenta. Tal vez nunca había empezado el contador, pues nunca lo tomó en serio. Pero era más serio de lo que pensó.

Y ahí se encontraba en el baño.

Teniendo una tormenta de pensamientos llenos de culpa y odio hacia la situación, nada era capaz de callar su mente.

Abrió la puerta del baño. Preparando su expresión de tranquilidad, ocultando el desastre.

Se había convertido una experta en fingir diferentes expresiones que había llegado al punto en el cual no sabía lo que realmente sentía.

Tampoco sabía callar sus pensamientos.

¿Había dicho eso antes?

Frunció el ceño en un rápido intento de calmar sus músculos faciales.

—Vaya... He adoptado a tantos mocosos que me he olvidado quién eres.

Su cuerpo pegó un pequeño salto al escuchar la profunda voz de aquel hombre, era una voz que no reconocía.

Una voz tan hipnotizante que dejó su mente en blanco. Confusa, alzó su mirada para encontrarse con otro hombre muy alto, quién a diferencia del otro varón, él tenía un aura más intimidante.

—Y-Yo...

No sabía si ver sus ojos ocultos con esas gafas o sus labios.

¿Realmente estaba pensando en eso?

—¿Y tú eres?

CONTINUARÁ...

El Cielo En Mis Manos (Doflamingo x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora