—E-Espera... ¿A dónde vas?
Una silueta que conocía muy bien, se alejaba de él en la oscuridad. Sabía que era ella, conocía todas y cada una de sus curvas, sabía que el momento iba a llegar. Y aún así, nunca pudo prepararse correctamente para actuar indiferente.
Trato de alcanzarle, sin embargo no pudo moverse mucho, pues aquellos ojos (c/o) le veían con desprecio.
—No se acerque más, Doflamingo.
—N-No. No me puedes abandonar. — replicó él, frunciendo el ceño e ignorando sus palabras para acercarse más y más a ella.
Un poco más.
—Ya no me atrae, de hecho, nunca lo hizo, me da asco. — no entendía cómo podía hablar de tal forma después de todo.
Todo lo que sucedió antes de que pudieran estar tan cerca. Lo complicado que fue deshacerse de aquel tercero para que sólo fueran ellos dos.
Lo mucho que se había entregado a ella, con cuerpo y con alma, le frustraba demasiado verla alejarse y él no podía hacer nada.
Ésto era lo que no quería que pasara, al igual que lo que tuvo que vivir durante años con sus padres, viendo cómo su relación moría poco a poco y él vivía en un ambiente como tal. Después de todo, romper ciclos no era nada fácil, ¿no es así?
—(t/n)...
__________—————
—¿Sí?
—¿H-Huh?
—¿Doffy? ¿Está bien?
Su angelical voz tranquilizó su cuerpo de inmediato, era cómo la medicina a su miedo, un temor que no quería admitir y continuaba negando su existencia.
Sus manos, suaves y delgadas, acariciaban sus mejillas con delicadeza, cómo si él fuese su tesoro. El sentimiento apretó el corazón del mayor, le gustaba ser tratado con tanto cuidado, le hacía sentir especial. Le hacía sentir bien.
—Eh, sí, sí — dijo en respuesta a la pregunta que le había hecho anteriormente. —, ¿dije algo extraño mientras dormía?
Le escuchó reír.
Joder. Era tan hermosa.
—Solo repetía mi nombre.
No había manera de ocultar el sonrojo en sus mejillas, por lo cual se dejó llevar por la calentura en su rostro. Tomó la mano que acariciaba su piel para besar ésta, le vio sonreír y otra vez volvió a derretirse por tal mujer.
Era preciosa, perfecta, aunque tales palabras no tenían comparación a su belleza, era algo inhumano que llegaba a sospechar de su origen.
—Digamos que tuve un sueño contigo.
Ésta vez era ella quien tenía ese tierno rubor en sus mejillas, veía éstas alzarse cuando sonreía y nuevamente, caído a sus pies se encontraba el rubio.
Es que no había forma de resistirse, no podía evitarlo, le amaba y a pesar de que no pudiese decirlo en voz alta, esperaba que sus caricias fuesen lo suficiente para al menor hacerle saber de sus sentimientos hacia ella.
—¿Regresamos hoy? — cuestionó la menor, le vio alejarse de él, caminando por la habitación.
Seguía desnuda y aquello era un show que Doflamingo no se quería perder.
Sabía lo que hacía. Y sabía cómo volverle loco.
—Sí — juraba que había sonado como un pervertido masturbándose ante lo que veía frente a sus ojos.
—Iré a tomar una ducha — avisó, pero él sabía que había algo más en sus palabras y ese tono coqueto que había usado le decía todo. —, ¿me acompaña?
No necesitaba darle una respuesta, se puso de pie con rapidez y le siguió hacia el baño.
Le tomó de la cintura ya que no podía aguantarse las ganas de estar dentro de ella, quería hacerlo rápido, aunque también quería disfrutar del momento.
Era fácil levantar a la fémina ya que Doflamingo era un hombre fuerte y musculoso. (t/n) rodeó su cintura con sus piernas y sintió su erecto miembro entre sus nalgas, se mordió el labio inferior haciéndole saber que podía sentirlo. Entraron a la ducha y mientras él se introducía a su cálida y deliciosa vagina, la chica encendía la ducha.
Gimió en su oído, le provocaba, sabía lo que hacía. Continuó con su serie de sonidos de placer, arqueado su espalda de vez en cuando al sentirle golpear su punto más sensible y gritaba llena de satisfacción cuando Doflamingo lamía sus pezones.
Apretaba sus músculos vaginales ya que sabía que el rubio lo podía sentir, lo sabía ya que de sus labios salían graves gruñidos cuando lo hacía.
Y después de desperdiciar veinte minutos de agua haciendo el amor, los amantes concluyeron sus acciones sexuales para comenzar a tomar la ducha.
(...)
—Fue un gusto haber pasado éstos últimos días contigo, pequeña.
—¿Por qué lo dice cómo si fuese una despedida? — parecía quejarse ella, su frente arrugada le decía que no estaba del todo contenta con sus palabras. —¡Nos vemos la próxima semana!
Dio un saltito para tener buen agarre de sus brazos alrededor del cuello del hombre, quién se sorprendió, pero no tardó en corresponder su abrazo.
Sus labios se juntaron, y por más húmedo que su beso haya sido, él no podía dejar de pensar en tantas cosas que parecían ya no ser del todo irrelevantes.
Ella se despidió otra vez, alzando su brazo desde la entrada de su edificio, Doflamingo hizo un gesto de despedida de vuelta y al verla perderse dentro del interior del lugar, él encendió el coche y se dirigió a su casa.
Pensó en las palabras de la fémina de cabellos (c/c), pensando que tal vez ella estaba equivocada.
En lugar de ir a casa primero, se dirigió a un bar, cansado, su aura y expresión cambiaron a una más apagada, más molesta, diría él.
No estaba feliz de la decisión que pensaba que sería la mejor.
Sin embargo, tal vez seria lo mejor, tanto para él, como para su perfecta amante.
Ni siquiera era su novia, no comprendía el por qué de sus sentimientos decaídos.
Después de unos cuantos tragos, Doflamingo volvió a su coche y descansó su cabeza en el volante antes de encender el vehículo nuevamente y ésta vez se dirigió a su casa.
Todavía podía escuchar su voz, quería pensar en sus gemidos, en sus adorables carcajadas. Pero solo podía escuchar esas palabras dichas antes de verle por última vez.
—Lo siento, pequeña, tal vez sí que fue una despedida...
CONTINUARÁ...
ESTÁS LEYENDO
El Cielo En Mis Manos (Doflamingo x Lectora)
RomanceTensión era una simple palabra hasta que conoció a Doflamingo. Le podía robar cada suspiro, suspiros que hacían falta en el momento correcto, con quien se suponía ser la persona correcta. ¿El corazón era tan ciego que se podía equivocar de persona p...