—¿Puedes aguantar una más?
Apreciaba sus tetas, usando su lengua para mostrarle lo mucho que le gustaban sus senos. Le escuchaba gemir, ella sostenía su pierna, abrazando aquella extremidad con su brazo.
Mordía su rodilla al ser penetrada por los largos dedos de Doflamingo, quien llevaba satisfaciendo a la joven durante la última hora, solamente usaba sus manos y de vez en cuando su lengua.
—¡D-Doffy! — volvió a gritar, borracha de placer. Ponía los ojos en blanco mientras echaba su cabeza para atrás. Tardó unos segundos en volver a hablar. —¿No se cansa?
—Podría tener un gran banquete ahí abajo. — bromeó, le gustaba ver cómo sus mejillas se volvían a sonrojar.
—D-Debería parar...
—¿Y por qué haría eso? — preguntó, claramente usando ese tono seductor que tenía.
Sus manos recorrían los muslos de la fémina de ojos (c/o).
—Porque usted también necesita atención. — se reincorporó con la intención de acariciar el bulto del contrario. Éste le rechazó. —¡O-Oye!
Había tomado sus muñecas y las colocó por encima de su cabeza.
—No necesito atención, solo necesito hacerte sentir bien... — susurró, su voz coqueta le volvía loca. —Sé una buena chica y no discutas.
—Pero...
Doflamingo suspiró y le calló con sus labios, besando los ajenos y explorando las tierras ya conocidas de su boca. Sus manos volvían a bajar peligrosamente para abrir sus piernas, tocar sus labios inferiores y jugando con ella.
—¿Acaso te sientes intimidada por el bulto en mis pantalones?
La chica rió con suavidad y sintió su rostro calentarse una vez más.
Un rato más tarde, cuando se habían desquitado las ganas que se tenían desde la primera vez que se vieron, Doflamingo y (t/n) se encontraban sentados en la cama, en completo silencio.
—Doflamingo...
—No me llames así.
—Doffy.
—¿Sí?
Quería decirle. No sabía qué tipo de respuesta conseguiría y tenía algo de miedo.
—N-Nosotros... hicimos... Bueno, quiero decir... y-yo... — hablaba entre balbuceos, el rubio no le podía entender. Suspiró profundamente, cargándose de valor. —¿Q-Qué somos?
Doflamingo se quedó en silencio, sin embargo una sonrisa ladina se formó en sus labios, podría decir cualquier idiotez en ese momento, tal vez algo negativo. Los pensamientos lograron afectar a la chica y ésta desvió su mirada y bajó su cabeza.
—No puedo robarle la novia a otro tipo, ¿no es así? — dijo. Alzó la barbilla de la contraria y besó sus labios. —Eres mía ahora, pero no completamente, tampoco oficial. Y no soy yo quien puede cambiar eso.
Ah. Lo entendía.
Tenía sentido, pues no continuaría su relación con cierto pelinegro si quería ser algo más con Doflamingo.
—¿D-Debería decirle a Law...? ¿O debería simplemente terminar con él?
Él tomó su rostro entre sus manos, logró tranquilizarle. Ella ni siquiera había notado su ansiedad hasta que desapareció, gracias al rubio.
—Sabrás que hacer en el momento, pero recuerda... — besó su cuello y mientras hundía su cara en aquel lugar, continuó hablando. —Me tienes a mi, eres mía y... digamos que... s-soy tuyo...
El brillo en sus ojos (c/o) delataba la felicidad que estaba desbordándose en su pecho, las palabras del varón había calentado su corazón una vez más y con esa tonta sonrisa que traía en su rostro, besó los labios de Doflamingo quien no tardó en corresponder a su beso.
(...)
Después de su aventura con DonQuixote Doflamingo, éste mismo la llevó a su apartamento y se despidieron, ambos con una extraña sensación en el pecho.
No estaban seguros de cómo describirlo, él no le tomó mucha importancia, ella no pudo pensar mucho en ello ya que los nervios respecto a otra situación eran mayores.
Terminar con Law.
Le daba igual perderle cómo novio, después de todo no tenía química, todos lo podían ver. Pero el amigo que estuvo ahí para ella durante momentos difíciles, era extrañamente doloroso y complicado abandonar esa amistad.
A pesar de que no era una amistad.
No importaba. Era la hora de hacerlo, había pensado en ello durante semanas, Doflamingo le dio un empujón con las palabras que le dijo aquella noche.
Claro. Seguía siendo una cobarde, solamente que ahora no encontraba un camino para hacerlo, no sabía cómo acercase a Law y decirle la verdad.
Una llamada le tomó por desprevenida mientras pensaba con la mente en blanco. Un número desconocido.
—¿Hola? — dijo al contestar.
—Tienes que venir ahora. — reconoció su voz al instante, recordando que le había dado su número aquella noche que pasaron juntos. —(t/n).
Le escuchó llamarle ante su silencio.
—¿S-Sí?
—Ven a la casa. No te preocupes, ésto hará las cosas más fáciles para ti.
Colgó después de decir eso.
Dejó a la joven con la duda y la pregunta en su garganta. Sin esperar demasiado, se empezó a poner sus prendas para salir y dejó una nota avisándole a Sanji que iba a salir. Tomó un taxi y en el camino se imaginaba diferentes escenarios donde ella y Doflamingo terminaban haciendo el amor.
Se sonrojó, no pretendía haber pensado en esas cosas. Desde esa noche, había extrañado los brazos del rubio, se sentía tan protegida con él.
Sus manos temblaron al abrir la puerta del coche, tragaba con dificultad mientras caminaba, podía sentir sus piernas como cristal, frágiles que podrían romperse en cualquier segundo. Los nervios empezaron a golpearle la cara, y no podía faltar, la extraña sensación pesada en su pecho.
Antes de que pudiese tocar el timbre, la puerta se abrió, un Doflamingo con el semblante serio se encontraba frente a ella y ésta le regaló una sonrisa nerviosa.
—H-Hey...
Con pequeños pasos, se introdujo a la casa. No pasaron más de dos segundos cuando el mayor tomó su rostro y besó sus labios.
Como si hubiesen pasado vidas buscando al contrario, como si sus labios fuesen almas gemelas que se reencontraron después de mucho tiempo.
—También te extrañé, linda... — murmuró en sus labios, acariciando el inferior y volviendo a besarle. —Ven.
No se fijó en el camino, pues estaba demasiado ocupada sonrojándose ya que él tomaba su mano.
Estuvo a punto de preguntarle por qué le había llamado, sin embargo, antes de poder decir algo, sus pensamientos fueron interrumpidos por unos gemidos.
CONTINUARÁ...
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El Cielo En Mis Manos (Doflamingo x Lectora)
RomanceTensión era una simple palabra hasta que conoció a Doflamingo. Le podía robar cada suspiro, suspiros que hacían falta en el momento correcto, con quien se suponía ser la persona correcta. ¿El corazón era tan ciego que se podía equivocar de persona p...