Lo siento, Amity.

308 18 10
                                    

NARRA LILITH.

-¡Amity, por favor escúchame!

No me hizo caso. Y honestamente, me hubiera sorprendido que lo hiciera. La niña corrió por todo el lugar y en algún momento la perdí de vista. La busqué por todo el lugar, mas no la vi por ningún lado.

Finalmente me cansé de buscar ahí. Si Amity se había ido, sólo había un lugar en el que podía estar. Me fui directo hacia la Biblioteca en donde Amity trabajaba y donde tenía su habitación secreta. Me acerqué a una de las estanterías.

-¿Amity?

-¡Vete, no quiero hablar contigo!

-Amity por favor, déjame explicarte.

-¡No! ¡Creí que después de todos estos años, por fin había logrado ganarme tu confianza!-dijo entre sollozos-Pero ya veo que no.

-No es eso, Amity, te lo juro. Voy a entrar, ¿de acuerdo?

Retiré uno de los libros y entré a la habitación, donde encontré a Amity sentada en un escritorio, escribiendo algo.

-¿Qué haces?

-Nada-dijo molesta-. Vete.

-No me iré hasta que me escuches. Por favor.

Amity bufó.

-Cinco minutos, luego te vas.

Sabía que había cometido un error así que no la regañé por hablarme de esa forma. Simplemente me acerqué a ella.

-Mira, Amity, es cierto que te dije esas cosas antes del duelo para distraerte y poder ponerte el glifo de poder sin que te dieras cuenta. Pero todo lo que dije, no fue hablar por hablar, lo decía en serio. Realmente estoy orgullosa de que hayas logrado llegar tan lejos.

-¿Entonces por qué no confías en mí?

-No se trata de eso, te lo juro. Pero cuando me enteré que era Eda quien estaba entrenando a esa humana, me preocupó pensar que había encontrado una manera de enseñarle magia a los humanos. Pensé que por muy remota que fuera la posibilidad de que perdieras contra esa humana debía tomarse en serio, así que decidí engañarte y ponerte el glifo para que tuvieras ventaja.

-No lo necesitaba-dijo Amity todavía enojada-¡No necesitaba ninguna ayuda para vencer a esa humana!

-Lo sé-dijo Lilith-. Sólo quería asegurarme.

-¿Por qué? ¿Porque te daba miedo que perdiera y que todos dijeran que la grandiosa líder del aquelarre del emperador no es capaz de enseñar magia adecuadamente?

-Sí, sí lo hice por miedo, pero no temía por mí, sino por ti.

Me miró sorprendida.

-¿Por mí?

-Tenía miedo de que si perdías el duelo por la razón que fuese, te echarías para atrás y no volverías a confiar en ti misma-le expliqué-. Me preocupaba que todo el progreso que hemos hecho desde hace nueve años se viniera abajo si perdías esta pelea, así que preferí engañarte y hacerte creer que ganaste por tus propios méritos como siempre a que perdieras y te desanimaras. Pero tienes razón, no debí hacerlo, debí dejar que lucharas tu propia batalla y que aunque perdieras dejarte manejar la situación a tu manera. Después de todo, no siempre voy a estar ahí para cuidarte. Lo siento.

Amity se me quedó viendo, indecisa de qué decir.

-No tienes que perdonarme si no quieres-le dije mientras me daba la vuelta para irme-. Sólo trata de entender que lo hice por ti, no por mí, pero que igual sé que estuvo mal. Y te prometo, que no volveré a hacerte algo así.

Mi verdadera mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora