7. Romeo está confundido

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 Cualquiera podía saberlo

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Cualquiera podía saberlo. Todos me observaban y me juzgaban. Esas sonrisas en sus rostros son falsas. Ellos saben mi secreto y están allí para torturarme hasta que confiese.

¿Cierto?

Bueno No.

Ninguno de ellos puede saberlo.

¿O sí?

Camino por el pasillo fingiendo que no hay preocupaciones en mi mente y que mis pies no se sienten como plomo por el miedo que intenta paralizarme. Regalo sonrisas que deben ser seductoras y se sienten más bien tensas y torpes. De todas formas, recibo suspiros y sonrisas de vuelta.

No lo saben.

Aquel chico de la fiesta no ha abierto la boca. Mi reputación y yo estamos a salvo. ¡Hurra!

Llego a la clase de lengua y me siento en mi lugar habitual en el fondo del salón. Algunas de mis compañeras se acercan para hablar conmigo sobre el show, que ya es noticia conocida por todos. Parlotean sobre lo ansiosas que están por oír lo que la clase de música había preparado este año y sobre todo lo que habíamos hecho en años anteriores.

—De todas formas, no tengo un papel importante —digo.

—Todos los participantes son importantes —me corrige una de ellas—. Todos.

—Eso es lo que alguien diría para reconfortar a un triste triángulo. —Me refiero al instrumento más inútil del mundo—. La chica se ruboriza.

Gun y Ploy entran al salón y toda mi atención va para ellos, que se quedan hablando con un puñado de compañeros en la primera fila.

—Todos destacarán, ya lo verás. Cada año lo hacen —continua otra porque la primera estaba demasiado ocupada enamorándose de mí como para hablar.

Me levanto y piso la silla, subo a la mesa.

—Nadie... —¿Qué estás haciendo? preguntan algunas de ellas— Creo que absolutamente nadie más... —Otra pausa, intento cruzar desde mi pupitre al siguiente sin perder el equilibrio, una vez que lo logro continúo caminando sobre los pupitres, esquivando a mis compañeros hasta llegar al frente de la fila— ...puede destacar cuando Ploy está sentada frente a un piano de cola brillando como la estrella más brillante de la galaxia. —Concluyo.

Me acuclillo junto a ella y tomo su mentón para que me mire. No me gusta lo que veo allí. Está un poco enfadada. Sus ojos, carecen del brillo que suelen tener cada vez que me ve.

«Por supuesto. Está enfadada por lo de la fiesta. ¿O frustrada sería la palabra correcta? Nunca pensé que conocería a una chica que se frustrara más que un chico, luego de haber intentado insistentemente meterse en mis pantalones y no conseguirlo. La noche del sábado reí con ella, bromeé, coqueteé y la hice bailar hasta el cansancio para que se pudiera olvidar de su objetivo, pero no resultó, ella estaba dispuesta a todo ¿Y que había hecho yo? Pues actuar como si nada y obviamente ella no lo había olvidado.

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