Una novia, un extraño y colores

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Cuando era pequeña, papá solía contarme la historia de "Las almas gemelas" y lo hermoso que fue haber encontrado a mamá después de dos tormentosos divorcios.

La leyenda decía que un brujo, al sufrir un desamor, quiso ayudarnos y nos hechizó para estar seguros de haber encontrado a nuestra alma gemela una vez fuéramos capaces de apreciar los colores del mundo. Mi hermana, Mérida, también solía decir que los destinos de todos estaban entretejidos uno con otros y Rapunzel, bueno, ella creía en el "verdadero amor".

Yo, por otro lado, solía detestar la idea de tenerlo todo escrito y aunque mucho tiempo había vivido a la expectativa de encontrar al príncipe azul que me rescatara de ver la vida en blanco y negro, esa persona jamás llegó.

¿Pero saben quién sí lo hizo?

Jack solía ser un chico que disfrutaba de hacer travesuras y hacerle perder la cabeza a la gente en los reinos, un huérfano que iba de ciudad en ciudad, congelando todo a su paso hasta que mi padre lo llevó junto a los guardianes y decidió que sería parte del club, nuestro club.

Mis hermanas estaban emocionadas de tener a un chico en nuestro equipo, pero se decepcionaron al darse cuenta cuando nos presentaron, que no era el alma gemela de ninguna, pues Jack ya había visto colores y nunca quiso decir de quién se trataba.

Así que todos los días, al atardecer, yo solía preguntarle:

— ¿De qué color son mis ojos?

Y él respondía entre risas, le divertía mi incesante necesidad de que los describiera, puesto que yo, a pesar de verme al espejo todos los días, no era capaz de ver ni la mitad de lo que él lo hacía.

— Tan azules como el mar, tan brillantes como el sol y tan hermosos como tu alma.

Aquello provocaba en mí una ola de emociones que, si no era amor, entonces se le asimilaba mucho. Fueron esos momentos junto a Jack en los que me di cuenta de que no había un alma gemela para mí, sólo éramos Jack y yo contra el mundo.

Todo fue cayendo en su lugar cuando a los 14 las amenazas en los reinos empezaron, así que mi padre comenzó nuestro entrenamiento a la par, siendo los de mayor desempeño durante sus clases, ahora no sólo congeniábamos en la vida cotidiana, éramos uno en batalla.

Para mi cumpleaños número 15, mi padre y los demás guardianes celebraron una fiesta especial en el polo, con Jack como el encargado de decorarlo todo. También fue esa noche en la que me confesó que la persona que le hizo ver colores había sido yo, en un desfile, cuando paseaba con mi padre y mis hermanas en el reino de mamá. Sin dudarlo me lancé a besarlo y luego Jack preguntó si aceptaría salir con él.

— Es demasiado pronto.

Respondí, con las dudas invadiendo mi cabeza.

Si Jack no era mi alma gemela ¿entonces quién lo era? Decidí declinar la oferta y esperar un poco más, aunque en el polo todos tomaron nuestra relación como oficial, excepto mi padre.

En mi cumpleaños 17 Jack y yo decidimos salir formalmente y todo fue perfecto, hasta que mi padre me buscó esa misma noche y mencionó a mamá, lo que era extraño, ninguno de los dos solía hablar de ella.

— Querida, sabes que sólo quiero que seas feliz— tomó mis manos y las besó — pero sabes el tormento que tuve que pasar antes de encontrar a mi alma gemela, a tu madre y ahora Mérida y Rapunzel crecen sin una.

Yo asentí, acariciando su mejilla con mi mano, "dulce tormento" lo llamaba él, las mamás de mis hermanas no fueron malas, pero tampoco pudieron resistirse cuando encontraron a sus almas gemelas y papá sufrió las consecuencias.

Dulce Tormento (Hipo, Jack y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora