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jisung prefería el silencio, es lo que podía deducir cuando estaba solo, como lo era ahora, con la vista hacia los edificios alrededor de su departamento, por el ventanal abierto del balcón, justamente al lado del pequeño comedor donde él estaba sentado con las piernas encogidas hacia su estómago, con un café sobre la mesa, frente a él, que apenas ha tocado.

el debate analítico entre sus pensamientos era suficiente como para mantenerse callado, mientras oía mong gei ta de teresa teng desde la vieja radio sobre un mueble de la sala, observando hacia afuera.

una parte suya se preguntaba quién sería él si hubiera elegido otro camino en su vida, y otra parte se preguntaba de qué servían tantas preguntas cuando la realidad sólo era esta y no existió ni existiría otra. era innecesario, en realidad... lo que pensamos y cuestionamos, suele ser innecesario.

luego se hacía otras preguntas más, pero cuando volvió a notar lo mucho que se sumergía en su lógica, decidió dejar de pensar. aún así reposaba en un estado de calma por el momento, entre música asiática de los setenta de su estación de radio favorita, las plantas por los muebles de la sala, y el silencio del departamento mientras se oía la ciudad desde abajo, entonces decidió ir por los cigarrillos a su habitación, para así ir al balcón a continuar vagando por su soledad.

dentro de la mesita de noche tomó la cajetilla de sus marlboro, para luego salir de la habitación.

él realmente iba a hacerlo, pero el espejo en la pared le exigió detenerse a observarse.

jisung, bajo ese holgado sweater, sólo unos segundos más para que se acercara al espejo, y así hiciera a un lado su ropa, a observar las marcas en su cuello.

era minho, en su piel.

habían pasado bastantes días desde la última vez que se vieron. lentamente se perdía el oscuro color, aunque parecía imposible que se perdiera de sus pensamientos, mientras apenas pasaba las yemas de sus dedos sobre las marcas, con suavidad.

jisung recordaba todo; las miradas, los besos, las caricias, los suspiros, los susurros, o las risas.

entonces, tocan el timbre tres veces. él se desconcentra al momento de oírlo.

eran las diez de la mañana y la radio aún sonaba, mientras jisung se dirigía a abrir la puerta.

no era felix, ni hyunjin, quienes habían salido de casa hace sólo una hora por trabajo. tampoco era minho, ni el repartidor del restaurante japonés que está frente al departamento, al otro lado de la calle... que es su favorito, por cierto.

-señor yang.

jeongin no espera que otra minuciosa palabra más salga entre los labios de jisung, antes de entrar a su departamento, observando la sala.

jisung sólo logra quedarse callado mientras lo mira, aún con la cajetilla de cigarrillos entre sus manos, pero antes de preguntarse qué debía decir ante su repentina visita, jeongin habla.

-bueno... sé que demoré en venir aquí, para esto, ¿sabes? -el rubio se gira hacia jisung, mirándole a través de sus oscuros lentes de sol, mientras mastica una goma de mascar- pero mi padre siempre dice "mejor tarde que nunca", y esas mierdas... ¿entiendes lo que digo?

jisung ni siquiera tiene idea de qué responder, pestañeando, entonces, sólo dice una palabra.

-supongo.

jeongin se voltea.

-como sea -el rubio parece que comenzará a inspeccionar su sala otra vez- ¿cómo te sientes hoy, jisung?

jisung lo sigue con la mirada.

-estoy... bien, gracias.

-ya sabes que yo sé lo que sucedió contigo, ¿verdad? -jeongin está de espaldas, pasando sus dedos entre aquel colgante de cristales coloridos como decorado en la sala- ¿cómo te sientes por eso?

black mamba - minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora