Forget me not [Teen Wolf]

6. Un "stiles"

6. Un "stiles"

Como era de esperarse, especialmente cuando huyes de tu casa, llegué temprano al instituto. Pensé en ir un rato a la biblioteca a hacer tiempo hasta que mi primera clase del día comenzara. Ante aquello, recordé que Malia debía estar ahí, ya que debía dar el examen de recuperación de matemáticas que había reprobado hace unos días. Seguramente estaría repasando o estudiando. Me dirigí hacia allá.

Al entrar a la biblioteca, vi que no había demasiada gente. Encontré con rapidez a mi amiga. Estaba sentada en una de las mesas largas, con diversos libros y hojas desparramadas a su lado. Sus manos estaban escondidas en su cabello, si no tenía cuidado con su fuerza de coyote se arrancaría los mechones. Debía estar nerviosa. Cuando me fui acercando a su lado, escuché su respiración irregular. Parecía ser más animal que persona. Debía estar teniendo un ataque de pánico, y si no la ayudaba, se convertiría en un coyote ahí mismo.

-Mal -llamé con cautela y suavidad. Sintió mi presencia, aunque a penas se movió de su posición. Moví una silla y me senté a su lado-. Mal -volví a llamarle por el apodo que le había otorgado. Se relamió los labios-. Voy a tocarte, ¿si? Intenta no arrancarme la garganta de un movimiento -pedí con suavidad. Alargué mis manos y fui hacia las suyas. Con suma delicadeza, desemarañé sus cabellos de sus dedos. Una vez que su pelo estaba a salvo, tomé su mano y la alejé de su cabeza-. Ahí vamos. -dije con positivismo.

Acaricié su mano suavemente, especialmente esa zona que sé que, al menos en Scott, es una zona nerviosa sensible. Luego, tomé su mano y la llevé a mi esternón. Ahí, al maniobrarle el brazo, giró su rostro hacia mí. Observé sus ojos marrones, estaban ocultos tras una capa cristalina. Estaba por largarse a llorar, o se estaba conteniendo para evitar que surja su coyote. Apoyé su mano en mi pecho.

-Sigue mi respiración -ordené manteniendo un tono calmo. Comencé a decirle el "inhala, exhala", intentando que regule su frecuencia respiratoria. Malia, a pesar de estar alterada, logró, de a poco, controlar su respiración-. Eso es -felicité, acariciando nuevamente su mano en mí-. Irá bien, Mal -quise alentar-. Has estudiado mucho, podrás aprobar. -quise alentar.

Una vez calmada, desprendí su mano. Ella quitó la otra de su cabello, se enderezó y tomó una buena bocanada de aire.

-No sé porqué de repente me pongo tan nerviosa con los números. Es decir, nunca han sido mi fuerte pero... -apretó sus labios, miró todas sus hojas de estudio-. Siento que pierdo el control. Todo el tiempo. Quiero convertirme en un coyote y esconderme... -confesó aflojando el tono de su voz, como si le diera algo de vergüenza admitir esa debilidad.

-Ayer mi madre mencionó a Derek. Y yo huí. Me escondí en mi cuarto. -revelé aquello casi de forma instantánea y esporádicamente.

Malia alzó su mirada. Me observó con las cejas bien en alto, casi insegura de qué decir ante aquella información. Después de todo, a ella siempre le costó comunicarse y el hecho de que Derek es su primo tampoco ayudaba. A pesar de no haber tenido demasiadas oportunidades para formar un vínculo más familiar, sabía que Malia le tenía un aprecio distinto a Derek.

Tomé aire - A lo que voy... Es normal que ante situaciones que nos ponen nerviosas, queramos escondernos e ir a un lugar seguro. Al ser coyote, no experimentas tantas emociones como al ser humana. Es entendible que quieras evitar todo aquello y que eso desate tu transformación. Pero puedes impedirlo, como recién. Respirando tranquila y recordando tus capacidades. Reitero, has estudiado bastante para este examen. Irá bien.

Malia asintió lentamente, comprendiendo el mensaje - Yo puedo. Irá bien. -se dijo, queriendo autoconvencerse.

Se relamió los labios. Bajó su mirada y volvió a observar la hoja delante de sí. Era un problema de la asignatura, se ve que no sabía cómo comenzar y eso le puso nerviosa. Tomó aire con decisión. Tomó el lápiz y comenzó a resolver esa ecuación que le quedaba. Al finalizar, unos minutos más tarde, me volvió a ver. Una sonrisa surcaba su rostro. Me recordó a un cachorro. Le sonreí y alcé mis pulgares.