18. Starts-up

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18. Starts-up

—¿Encontraste algún aroma? —consulté a mi mejor amigo, que olfateaba el ambiente interior del Jeep de forma tan evidente y sonora que parecía que estaba al lado de un perro en vez de un humano.

Los dos estábamos en los asientos de detrás, mientras que Lydia se encontraba en el asiento del copiloto con Malia detrás del volante. Sin saber bien el por qué, noté una sensación de naturalidad o cotidianeidad al sentarme en ese asiento trasero. Una parte de mí sentía que ya lo había hecho muchas otras veces, pero claramente según mi alterada memoria no era así. Según ella, yo nunca había pisado pie en ese automóvil.

Los ojos de Scott me observaron con confusión — Erhm... ¿Sí? —dijo, pero pareció una pregunta más que una afirmación—. El tuyo... El mío... El de todos nosotros... —guió su mirada hacia las chicas de delante. Lydia le miraba con una ceja en alto, intrigada por esa respuesta. Malia, en cambio, resopló.

—¿Mío? Nunca estuve en este Jeep antes. —parecía incluso enfadada de que Scott dijera lo contrario.

Mi amigo a mi lado asintió frenéticamente — No, yo tampoco —le aseguró con calma.

—Sí, estuvimos. Pero no lo recordamos... —explicó Lydia con cierto suspiro en su voz, tal vez cansada de repetir siempre lo mismo o porque los otros seguían cuestionando la existencia de Stiles.

—Pensé que ya habíamos dejado ese tema —indicó Malia con fastidio, aunque lograba percibir un tinte de miedo en sus palabras.

Antes de que se diera lugar a una discusión, decidí informar lo que sabía: — Parrish chequeó el número de identificación vehicular... —Le había mandado un mensaje al oficial pidiéndole ese favor, intentando de esa forma encontrar alguna pista clara del auto—. Me dijo que no hay registro de un dueño... 

Malia ladeó su cabeza, queriendo demostrar que ese hecho de ausencia de dueño, beneficiaba su caso. Lydia bufó — Bueno, el Jeep no se condujo solo hasta aquí —dijo como si fuera obvio. 

Fue el turno de Scott de ladear la cabeza y darle la razón, de forma silenciosa a la pelirroja. Malia notó aquél gesto — ¿De qué lado estás tú? —le recriminó. 

Mi mejor amigo alzó sus manos — ¿Estoy de lado de todos...? —lo estipuló como una pregunta.

La coyote desvió su mirada de Scott, tomó aire y lo dejó salir lentamente. Miró a Lydia y luego a mí a través del espejo retrovisor — No es real. Créanme... —se relamió los labios, tratando de elegir bien sus palabras. Se la veía conflictuada. Bajó un poco su cabeza, ignorando la mirada de todos—. He perdido mucha gente en mi vida. Es una lista larga y no tengo ganas de seguir agregando personas... —dijo finalmente, con un tono duro, casi enojado. Pero todos sabíamos lo que realmente estaba admitiendo: Tenía miedo. 

Malia no suele expresar su vulnerabilidad tan abiertamente. Sin duda, es un gran avance en su lado humano. No sé si la desaparición de Stiles la hizo así, o tal vez la conversación con el señor Argent hace unos días atrás también le generó la necesidad de expresarse abiertamente. De todas formas, lo veía como un avance indudable. Malia podía estar equivocada ante la existencia de Stiles, y tal vez que lo reafirme tantas veces era un intento en vano de convencerse a sí misma. Habíamos caído en la conclusión de que Stiles era aquella persona que había ayudado a Malia con sus transformaciones, y seguía teniendo un efecto en ella, por esa razón le costaba controlarse últimamente.

Mientras Malia hablaba, Lydia no dejó de buscar entre los papeles y pocos objetos que habían en el Jeep. Finalmente, de la guantera, sacó un papel todo arrugado. La observó a Malia con cariño antes de decir: — Tal vez no debas —entregó el papel—. No si podemos traerlo de vuelta. —agregó.

Forget me not [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora