20. Sueños revindicadores

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20. Sueños revindicadores

Estaba otra vez en esa estación de tren. A pesar de la oscuridad, la tierra y el polvo, podía reconocerla. Estaba fría, como si hubieran dejado las ventanas abiertas toda la noche y el frescor del invierno se hubiera colado en esas paredes de piedras. Las luces no iluminaban como lo harían normalmente. Un fulgor celeste y vago permitía ver la estructura. Incluso parecía costarme enfocar en el lugar, como si una suave neblina adornara el ambiente. Noté que los asientos largos de madera, de una caoba vieja y oscura, lucían deteriorados, como si miles de personas se hubieran sentado ahí y nunca hubieran cambiado los asientos a pesar de los años y el desgaste. 

De alguna forma, todos esos detalles que percibía aportaban a una atmósfera más sombría y siniestra. Aunque tal vez lo que más me desconcertaba era el silencio y el vacío. Porque no había nadie ahí. La vez previa que estuve en ese mismo lugar, había llegado luego de luchar contra los Jinetes, en búsqueda de mi hermano. Parecía haber desbloqueado mi presencia en ese lugar, pero sabía que no era bienvenida. Aquella vez, habían personas ahí. Personas sin rostros, olvidados gracias a la magia de los Jinetes. La única forma que pude reconocer a Stiles fue por una camisa de cuadros que me resultaba extrañamente familiar. Ahora... Esa camisa no estaba por ningún lado.

La estación entera estaba completamente vacía. Era la única persona ahí... Y no estaba segura de qué significaba eso.

Escuché unos pasos detrás de mí. No me sobresalté, porque por alguna razón sabía que no era una amenaza. No era un Jinete. Me pregunté brevemente, cuánto tiempo les tomaría a ellos descubrir que estaba ahí. Giré mi rostro hacia el recién llegado. Alcé mis cejas con sorpresa y luego las fruncí con cierta confusión. Sin duda, no me esperaba su presencia.

Se detuvo a mi lado, mirando la estación vacía. Notó que lo estaba mirando, asi que giró levemente su cabeza hacia mí, y me ofreció una de sus clásicas sonrisas de lado. De esas que, previo a conocer todas sus verdaderas intenciones, me habría excitado.

—Esto está muy vacío, ¿no crees? —indicó volviendo su mirada celestina hacia los asientos de espera de la estación. Tragué con dureza y asentí. Seguí el juego—. No es normal que los Jinetes tarden tanto... Deben estar eligiendo su siguiente destino. 

Noté cómo su mirada fue hacia el gran panel en una de las paredes, aquél que indicaba todos los destinos de la estación y el tiempo estimado de llegada. Era un panel viejo, sin electricidad de por medio ni pantalla táctil. Como todo, estaba cubierto de polvo y deteriorado. Observé con atención los destinos, pero no pude descifrar ninguno. Estaban todos escritos en un idioma que desconocía, con simbología extraña que no parecía pertenecer a ningún dialecto cotidiano... Hasta que encontré una que sí podía leer.

—Canaan... —dije en voz alta. Era la única palabra escrita de forma que pudiera leerla. Leí el tiempo estimado—. Llegando a la estación... —decía a su lado. Ese era el siguiente tren disponible. 

Theo asintió — Los Jinetes están llegando a Canaan —asintió él, como si estuviera ayudándome a estudiar un tema y yo hubiera dicho la respuesta adecuada. Movió su rostro hacia delante, hacia la sala de espera—. Pronto, esta sala se llenará de toda esa gente.

—Tengo que detenerlo... —indiqué con decisión—. Tal vez si...

Detuve mi comentario al ver la negación de la cabeza de Theo. Había comenzado a caminar lentamente entre las bancas, a través del pasillo que dividía una sección de otra. Sus ojos observaban cada una de ellas, en algunas alzaba su mano para acariciar la áspera madera oscura. No sabía por qué, pero algo de esa escena me hizo quedarme estática en mi lugar, simplemente observándole. 

Forget me not [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora