VI

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            Michelle acariciaba la cabeza de Archie en un intento de consuelo. Archie había expresado en múltiples ocasiones su sueño de formar una familia con algún hombre y adoptar dos o tres niños, lejos de los negocios y círculos sociales a los que formaba por obligación del legado familiar. Pero otra vez lo habían golpeado con una realidad desagradable, él no podía tener la familia que quería, salir con hombres significaba destruir su imagen y por ello, la de su familia, y ellos apenas lo habían perdonado cuándo lo descubrieron por primera vez besándose con un compañero de su instituto.

            —No dejes que alguien cómo Samantha se condene a esta vida. —soltó repentinamente entre el llanto que había mantenido durante varios minutos.

            —¿De qué hablas? —Michelle sabía a qué se refería, pero prefería ignorarlo, por conveniencia.

            —Ella no encaja con todo esto. Se portó tan lindo conmigo, a pesar de lo que escuchó. —comentó con pena.

            —Claro. —quiso detener la conversación sobre Samantha ahí. Había logrado separarse durante varios días (solo dos días), evitando cualquier acercamiento más y no era bueno centrar nuevamente sus pensamientos hacia ella.

            —¿Mich? —llamó Archie en un apodo cariñoso. —¿Pasa algo con Sam?
            —¿Sam? —lo observó curiosa.
            —Es un apodo, sabes que me gustan. —sonrió cálido. —Y bueno, ¿si sucede algo? —volvió a interrogar.

            —¿Es egoísta si quiero retenerla aquí todo el tiempo que pueda? —preguntó con el rostro y voz más carente de expresión posible. Archie no respondió, solo analizó a Michelle. —¿Tengo algo en el rostro? —dijo con ironía.

            —No te gusta Samantha. —habló para sí mismo en voz alta, se percató después de recibir una mirada de odio. —Quiero decir, te he visto atraída por muchas mujeres, y las ignoras con facilidad. —se justificó.

            —Estoy ignorando a Samantha con mucha facilidad.

            —¿Seguro? Acabas de preguntarme por retenerla, eso suena criminal. —bromeó, deteniéndose al ver que Michelle no se veía nada contenta. —Mira, si no quieres una respuesta honesta solo te diré que Samantha simplemente es más guapa que el resto y por eso te atrae tanto.
            —Tiene sentido. —Archie resopló ante la respuesta y se burló en voz baja.
            —Niñato. —esta vez Michelle se rió también.

            Esa noche fue especialmente larga y agitada para Samantha y Michelle. Pasaron las horas y ninguna de las dos lograba conciliar el sueño. Samantha se retorcía en la cama, sintiendo una profunda frustración y casi al borde de las lágrimas. Por su parte, Michelle llevaba despierta desde hacía tres horas, observando el techo y sin pensar en nada en particular, simplemente repasando en su mente algunos proyectos y reuniones del día siguiente.

            Después de tanto tiempo despierta, Michelle finalmente se sintió agotada de estar acostada sin hacer nada, por lo que decidió levantarse de la cama con un suspiro de cansancio. Caminó sin hacer ruido hasta la puerta de su habitación, lista para bajar a la cocina a tomar un vaso de agua. Sin embargo, algo llamó su atención: una tenue luz que se filtraba desde debajo de la puerta del cuarto de Samantha.

            Sin pensarlo dos veces, Michelle se desvió de su camino hacia la cocina y se dirigió hacia la habitación. Quizás Samantha se había olvidado de apagar la luz, tal como había sucedido en otra ocasión. Con cuidado, Michelle abrió la puerta sin pedir permiso y, de repente, recibió un pequeño grito de sorpresa y un “Dios” de los labios de Samantha.

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