Si lo supiera.

VII

            Samantha despertó con el sol colándose por la ventana. Se frotó los ojos y se quedó unos segundos acostada en la cama, dejando que su mente se aclarara del sueño. Pero rápidamente, sus pensamientos se desviaron hacia Michelle. Recordó la noche anterior y su rostro comenzó a colorarse, no sabía cómo iba a salir ahora del cuarto y mirarla, se sentía avergonzada, más aún cuando incluso después de un simple beso, su excitación había subido lo que había acumulado en 19 años.

            Sus emociones también estaban demasiado revueltas y había esperado que después del beso, Rouge se quedara, incluso si la idea le aterraba, pero así podría haber hablado con ella de eso, haberse sentido tranquila cuando Michelle pudiera guiarla y ayudarla a comprender qué le sucedía.

            Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, mirando hacia afuera mientras su mente continuaba en Michelle. Le gustaría saber qué había estado pensando Michelle de ella, por qué le pareció buena idea proponer el beso y por qué pareció arrepentirse tan pronto, puede que fuera la inexperiencia o simplemente se percató de que no le gustaba Samantha, o no tanto.

            Dio un último suspiro, se dispuso a salir del cuarto y eliminar de su mente a Rouge, de todas formas sería fácil, ella no solía quedarse en casa y trabajaba…
Ella estaba ahí. Samantha entró en el comedor y su corazón comenzó a latir más rápido al verla. La gobernante de sus pensamientos estaba sentada en una mesa, disfrutando de una taza de café solo. Por un momento, contempló la idea de darse media vuelta y huir, pero no podía evitar a Rouge, sería demasiado obvio y a la larga aumentaría la incomodidad. Observó a Rouge sentada, se veía hermosa e imponente al mismo tiempo, Samantha sentía empalidecer al estar cerca de ella, como si su aura la abrumara y creara ciertos cortocircuitos en su mente.

            Sintió la mirada profunda de Rouge sobre ella y casi se sintió obligada a hablar. —Buenos días. —saludó. Y fue ignorada. —¿Qué tal has descansado? —preguntó cordialmente, no quería hablar, pero tampoco quería dejar que Rouge pudiera pasar de ella tan fácil.

            —No trates de evitar la incomodidad, eso lo hace más incómodo. —se cruzó de brazos y miró fijamente a los ojos miel.

            —¿Eh? —Samantha no entendía qué quería decir, no quería evitar la incomodidad, porque no quería crearla siquiera. Si se esforzaba en hacer como si nada hubiera sucedido, no se crearía ningún conflicto incómodo y ella podría eliminar esas emociones rápidamente, solo se había sentido atraída y eso no tendría por qué ser un gran problema. Aunque sabía que sería algo difícil no pensar en Michelle todo el tiempo. Su risa, sus ojos, su voz...todo en ella la atraía. Y aquello la hacía sentir culpable, Rouge pareció rechazarla en el momento que huyó de su cuarto.

            —No tienes que fingir. —vio cómo Samantha ladeó la cabeza y suspiró mientras formaba una sonrisa. Ella no se ve linda, trató de convencerse. —No tenemos que fingir que no nos besamos.

            —¿Por qué no? —preguntó sin pensar, dándose cuenta al momento de que había sonado como un reclamo. —Quiero decir, está bien. Lo que quieras está bien.

            —¿"Lo que quiera está bien"? ¿Eso qué significa? —sonrió pícara.
            —Si no quieres que finja, no lo haré, pero si quieres que lo haga, lo haré.

            —¿Eso aplica a cualquier cosa? —sorbió su café.
            —¿A qué cosas?

            —¿Si lo que quiero es que te arrodilles, lo harías? —cuestionó.

            —¿Sí? Sí. —estaba segura de su respuesta, pero estaba temiendo por las propuestas de Rouge, ¿Y si su verdadera petición es que se marche?

            Vío a Rouge levantarse mientras acomodaba su traje, nunca la había visto sin él, a excepción de la noche anterior, donde había llegado con un lujoso pijama de seda, su mente comenzó a divagar en el recuerdo por unos minutos. Despertó cuando Rouge chasqueó los dedos frente a ella.