VIII

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            El viaje había transcurrido relativamente tranquilo. Samantha había insistido durante varios minutos en que Rouge le permitiera descargar un juego hasta que cedió, aunque a los pocos minutos tuve que insistir nuevamente con otro juego, pues se había quedado bloqueada en un nivel del primer juego. En algún momento también había leído mensajes en la barra de notificaciones sobre negocios que ella misma había clasificado cómo aburridos y Rouge había mandando a responder.
           
            Solo hubo un mensaje que la desconcertó, venía de un número desconocido, pero sonó cercano.

            «Hola Mich, me he enterado que vienes a Italia, ¿me aceptas una cena? ♡»
           
            Samantha dudó varios segundos en leerle a Rouge el mensaje, pero al final se decantó por eliminarlo de las notificaciones, fingiendo no haberlo visto. No supo porqué se había sentido tan molesta o incluso deprimida, el mensaje no parecía malintencionado y ella tampoco tenía que importarle las relaciones personales de Rouge.
            Trató de convencerse de que no le importaba lo que Rouge hacía en su tiempo libre, pero por alguna razón, la idea de que Rouge pudiera tener una relación cercana con alguien más le molestaba.

            Se repitió varias veces que no debía importarle, pero no sirvió, lo único que se quedó en su mente fue el apodo «Mich», solo había escuchado a Archie llamarla así, pero sabía que eran amigos muy cercanos, ese mensaje definitivamente no era de Archie y no le estaba gustando la necesidad que estaba sintiendo de querer conocer al propietario del mensaje.
           
            Sacudió la cabeza, tratando de apartar los pensamientos que la molestaban. No tenía sentido preocuparse por la vida personal de Rouge. Pero a pesar de sus esfuerzos por ignorar las emociones presentes, no podía evitar sentir una extraña necesidad de saber más incluso si no le incumbía.

            Sumida en su concentración, no noto cuándo habían llegado a su destino y siguió disparando virtualmente a los monstruos que aparecían en la pantalla del móvil mientras escuchaba a Rouge salir del vehículo y girar para abrirle la puerta a Samantha.

            —¿Te vas a quedar ahí? —interrogó Rouge mientras sujetaba la puerta. Samantha tardó unos segundos en dejar el teléfono, después de perder la partida y colocar una expresión triste para salir del vehículo.
            —A la próxima seguro que ganas. —consoló mientras se reía, tratando de animarla.
           
            —Pero ya no voy a poder jugar otra vez. —se quejó.
            —¿Porqué no?
            —Es tu teléfono, y solo se guarda el progreso ahí. —explicó Samantha con un tono de resignación, no se dio cuenta cuándo dejó caer su cabeza en el hombro de Rouge.
            La cercanía de Samantha la sorprendió, pero a Rouge no le disgustó la sensación. No estaba acostumbrada a ser tan cercana con alguien, pero con Samantha se sentía natural. Aunque no podía negar que algo en ella se estaba removiendo.

           —Me tienes que guiar por esta zona, no la conozco. —carraspeó la garganta mientras se apartaba de Samantha, por suerte no lo notó.

            —Se me olvidaba. —pasó su mano por su cuello, mientras forzaba una sonrisa. Había olvidado que Rouge la había traído al mercadillo de su antiguo distrito, el cuál no había visto desde que Arnold le propuso matrimonio. —Es vergonzoso entrar así. —comentó mientras caminaba hacía la entrada con Rouge al lado suyo.

            Samantha seguía preocupada por su apariencia, vestía ropa de marca y lucía demasiado arreglada, mientras que los vendedores y compradores del mercado por lo contrario, vestían ropa simple con una imagen desliñada.
           
            A los pocos segundos se dió cuenta de que todos los ojos estaban puestos en ella, se sentía incómoda bajo las miradas curiosas de la gente del mercado. Rouge, sin embargo, parecía no prestar atención a la atención que recibían y continuó su camino. A diferencia de Samantha que cada paso que daba era un incremento a su ansiedad, se sentía fuera de lugar. Cuándo se divisó todos los puestos y multitud Samantha se detuvo, dispuesta a proponer marcharse, pero Rouge habló antes.

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