Solicitud 012164
Inuzuka Kiba
Registro: 012620
Acabaron de cenar en silencio, Kiba ni siquiera se molestó en hacer su rutina de comentarios hilarantes sobre su día; una vez que se hubo terminado el postre, y que su madre recogiera los platos, todos permanecieron sentados con total solemnidad mirando con aire grave el rollo al centro de la mesa, que aún estaba cerrado. Tsume había decidido que primero cenarían y después revelarían el contenido, aunque fuera obvio para ella.
No podía haber error, un ninja recibía solamente un pergamino así en toda su vida, con un propósito específico e ineludible.
—Ábrelo ya, tal vez tu prueba sea hoy mismo.
Kiba obedeció ante la atenta mirada de su madre y hermana. El casi imperceptible ruido de la cera al romperse fue lo único que se escuchó en el comedor, inconscientemente hasta las respiraciones se retuvieron por el tiempo que le tomó al muchacho llegar al final del texto. Para cuando acabó y volvió a enrollar el papel, la tensión había aumentado de sobremanera.
—En un mes. Estoy vetado de cualquier otra misión hasta entonces —dijo, devolviendo el ritmo normal de las respiraciones de todos.
—Bueno, no hay que afligirnos, es todo un honor ser elegidos —repuso tranquilamente Tsume palmeando la espalda de su hijo que, sin embargo, se encontraba muy distante a ese tiempo y espacio.
—Sube a descansar, yo lavo los platos —dijo Hana suavemente, haciendo una señal a Akamaru para que asistiera a su compañero. Ambos, pronto desaparecieron al doblar la esquina que conducía a las escaleras.
Tsume soltó un suspiro.
—Serán cabrones —se quejó adelantándose a la cocina para desquitar su frustración con la grasa pegada de los trastos. Hana la acompañó, ella los secaría para evitar la pérdida total de la vajilla.
—Kiba es fuerte, y sus recuerdos son muy vagos, él mismo me lo ha dicho —murmuró como consuelo, pero su madre negó con la cabeza.
—No subestimes la habilidad de ANBU para joder mentes.
Kiba llegó a su habitación y se dejó caer en la cama con la vista perdida en el techo, distraídamente bajó la mano para encontrar la cabeza de Akamaru y rascarle detrás de las orejas. El perro no le acompañaría, estaba especificado en la solicitud enviada, así que asumió que el mes libre era en realidad para perfeccionar técnicas individuales.
Se giró para quedar boca abajo hundiendo la cara en la almohada.
Un Inuzuka no puede ser ANBU.
Pensó lenta y profundamente, como pocas veces lo hacía, siendo más dado a los torbellinos de ideas, pero en esa calma meditativa solo podía encontrar con que ANBU e Inuzuka eran dos entidades completamente diferentes e inconexas.