Parpadeó varias veces tratando de habituarse a la luz blanca que estaba sobre su cabeza.
—Me alegra ver que has despertado.
Giró la cabeza hacia donde provenía la voz de aquella mujer. Parpadeo de nuevo intentando definir mejor su figura, era una anciana vestida con elegancia y porte rígido, no la conocía, no la había visto antes, pero supo de inmediato que debía de tratarse de alguien importante puesto que dos ninjas de ANBU que estaban a su espalda, cuidando de ella.
—Esperaba que pudieras decime, ¿qué fue lo que sucedió? —preguntó ella con tono bajo, pero carente de la dulzura y amabilidad que solía atribuirse a las mujeres de su edad.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras su mente súbitamente era víctima del último recuerdo que tenía antes de que todo se volviera oscuridad. Abrió la boca para decir algo pero no fue capaz de pronunciar una sola palabra, solo emitió un balbuceo inentendible.
Quiso bajarse de la camilla y el estremecimiento de su cuerpo no le permitió siquiera lograr eso, cayó de bruces sobre el suelo llevándose consigo la camilla.
—Por todos los cielos, que alguien lo levante —dijo la mujer sin siquiera considerar hacerlo ella misma.
Uno de los ninjas enmascarados se acercó hasta él levantándolo con cuidado y volviéndolo a recostar.
—Yo... yo... yo-no-no.
La anciana solo suspiró y le indicó al otro guardaespaldas que trajera al médico.
—No nos sirve de nada en este estado —dijo al hombre de blanco —; tiene que hacerse cargo de él, en poco tiempo si es posible. Este asunto debe esclarecerse cuanto antes.
—Este niño ha tenido una impresión muy fuerte, no es como un hueso roto lo que hay que sanar, honorable consejera.
—Este niño pertenece a una muy poderosa tradición de ninjas, se repondrá pronto, ese es tu único trabajo a partir de ahora.
—Será como usted ordene.
El médico hizo una reverencia y se encaminó hasta su pequeño paciente que no dejaba de temblar y sollozar. Pasó su mano por su cabeza dejando fluir una pequeña cantidad de chakra que lo tranquilizó hasta dejarle dormido.
—Le llamaré en cuanto esté en condiciones de hablar.
—Así lo espero.
La anciana y sus escoltas salieron de la habitación.
—Tranquilo, Sasuke-kun. Veré qué hacer para ayudarte.
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—Tarde o temprano tengo que encenderla; no puedes vivir en la oscuridad por siempre.