Cerró el pergamino y con cierta solemnidad lo introdujo en el primer cajón del armario de su habitación. Se giró para mirar a su padre, que le había llevado el rollo con el mismo aire ceremonial en cuanto este hubo llegado a la casa.
—Estoy vetado de misiones por un mes —dijo como conclusión final.
—El uniforme es incómodo, no permite una cómoda simbiosis —respondió su padre.
Shino asintió, poniendo en consideración aquel consejo. Si bien la simbiosis no representaba el cien por ciento de sus habilidades como ninja, sí era un punto clave de sus talentos.
Su padre giró sobre sus talones sin decir nada más, dejándole a solas en la habitación y cerrando la puerta una vez afuera.
Por unos instantes, Shino se preguntó si toda la familia tendría en conocimiento que había llegado finalmente ese mensaje para él. Sabía que muchos miembros habían servido en ANBU, o aún lo hacían. Tampoco era como si el clan fuera numeroso como otros, eran pocos, pero consistentes en el trabajo, así que era de esperar que en algún momento también recibiera ese... reconocimiento, por llamarlo de algún modo que no fuera lo evidente como "llamado".
Fue directamente a su escritorio, tomó una hoja de papel y escribió un mensaje que los kikaichū copiaron. Era demasiado elemental, lo suficiente como para que no se confundieran y pudieran llevarlo correctamente. Luego de verlos partir se quedó quieto, sin pensar realmente en hacer planes respecto a ese incierto e inquietante porvenir.
La tarde cayó pesadamente, el sol no entraba a la habitación puesto que la ventana se encontraba al lado contrario, aun así, era capaz de ver los tonos naranjas y rojos de la puesta. Para cuando reinaba el azul purpureo, los insectos estaban de vuelta y en un ordenado grupo volvieron a colocarse sobre el escritorio escribiendo la respuesta.
—Ya veo —dijo —; era de suponerse que él también.
En el armario había un espejo de cuerpo completo. Casi nunca lo usaba, le repelía la idea de vanidad o contemplación propia, pero lo necesitaba para monitorear los cambios que llegaban a producirse en su cuerpo debido a la colonia de kikaichū.
Bajó la capucha, sacudió su corto cabello, empezó a desabrochar la chaqueta; se quitó la primera y la arrojó a la cama, también la segunda, la playera azul que le quedaba al menos dos tallas más grande de lo que debiera, los pantalones. Finalmente estaba solo con la ropa interior y una camiseta sin mangas, respiró profundo viendo su reflejo con todas las peculiaridades. Sentía toda su piel vibrar, los insectos estaban aturdidos, el aire fresco los estremecía e intensificaba el zumbido. Era delgado, pero aún con el complejo de "túneles" que hacían sus huéspedes, conservaba perfectamente notables los músculos en los lugares correspondientes.
Tenía que controlar las circunstancias que se presentaban con el uso del uniforme, y aparentemente tenía un mes para ello, así que empezaría por dormir sin pijama.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.