Capítulo 5

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—¿Qué haces tocando mis cosas?

—No toque nada.

—Te dije que no lo hicieras.

—Que no toque nada.

—¿Qué leíste?—miro el diario en su manos y noto como intenta esconderlo.

—Nada—respondo subiendo la mirada hacia su cara y sus ojos me miran  de forma acusatoria que me hace dudar—.¡Que no leí nada! 

—No te creo—da un paso peligroso hacia mi.

—Dime que leíste—exige.

—Nada.

—Habla o te quedas afuera—retrocedo al percatarme lo cerca que está su rostro del mío. Pude detallar el color de sus ojos y lo largo de sus pestañas—.Habla.

—Que no leí nada.

—No te creo—insiste.

—¿Qué te preocupa?—detallo. Se notaba muy preocupado—.¿Es que tienes una lista de víctimas o qué? —me burlo y me siento en el sofá cama. 

Exclamo al bajar la vista y encontrarme con un vaso de agua que no sé donde sacó porque literalmente no había nada en la nevera y una pequeña pastilla blanca bajo un servilleta. Antes de darle las gracias, me mando la pastilla y me bebo el agua.

Adiós alergiaaa.

—Tu podrías ser la próxima si te veo hurgando mis cosas otra vez—el agua se me escapa de la boca ante su fría y determinadas palabras.

Siento el aire de su andar pasar por mi lado. Escucho un abrir y cerrar de gavetas. Miro por el rabillo del ojo que algo blanco levitaba y giro el cuello. Lance tenia un pañuelo. Se lo arranco de los dedos sin enfrentarlo a los ojos. Me seco la ropa y el sofá cama que había mojado por su culpa.

—Van haber ciertas normas en este lugar si quieres vivir aquí—lo miro de nuevo por el ras de mi ojos y noto  que su cuaderno misterioso ya no está. Lo que me hace cuestionar si de verdad sus palabras son ciertas o solo me esta jodiendo para asustarme.

Aunque lo dudo, porque Lance puede ser egocéntrico, odioso, pedante, maleducado, mujeriego, todo lo que quieras pero cara de asesino no tiene, ni siquiera por lo guapo, si no que no me inspira esa inquietud.

Bueno, Jeffrey Dahmer no inspiraba dudas y mira lo que pasó.

¡Mierda!

—¿Me estás escuchando? rubia maleducada.

—¿Ah? —mi voz sale nerviosa, mas de lo que hubiese deseado. Le estaba dando otra inspección a su habitación buscando alguna referencia cuando me hablo.

Donde vea un pote azul, me lanzo por la ventana.

—Reglas—su voz severa vuelve a ser centro de mi mirada—.Si vas a vivir de infiltrada aquí. Debes seguir ciertas reglas.

—¡No soy una infiltrada, Jeffrey Dahmer!

¿Eres estúpida o tu mamá te parió al revés?

—¿Qué has dicho?

Paso despacio, mientras su mirada se intensificaba.

—Que no soy infiltrada, Lance Maxwell.

Me mira frunciendo y niega con la cabeza como si estuviera desquiciada.

—Es Lance Rott—me corrige  creído—.Pero llámame Lance, solo Lance.

Arrugo la cara y me pregunto hasta donde puedo llegar el nivel de su egocentrismo.

Y Llegaste Tú| Terminada| CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora