6

1K 182 142
                                    


Apenas agarro el teléfono, tengo a Nanon casi encima de mí, con sus manos en mi cara.

Yo sé lo que quiere.

—Pide pizza —dice serio y parece una orden.

—Hay más cosas que...

—Pi-zza.

—Aquí no mandas tú, tendremos una democracia y yo no quiero comer lo mismo, otra vez.

Suspiro, porque hace un puchero.

—Pero me gusta la pizza, Ohm.

Es que no se quiere dar la oportunidad de probar otras cosas.

Es tan engreído.

Muevo mi dedo en el pantalla y busco lo que quiere en la aplicación.

No quiero que se acostumbre, o va a pensar que siempre cederé a lo que quiere.

—Solo esta vez.

Siento sus labios en mi mejilla y volteo a mirarlo.

Me ha tomado por sorpresa y siento mi piel caliente ahora.

Estoy sonrojado.

—Gracias, Ohm —dice sonriendo.

—¿Me besaste?

—Así agradecen ahí —responde señalando la computadora.

—Las series de Netflix no son la mejor fuente de información —le explico evitando mirarlo a los ojos.

Me ha puesto nervioso.

—¿Lo eres tú?

—Lo soy —respondo acostándome en la cama y cierro los ojos.

—No te duermas —me ordena levantándose y escucho sus pasitos por el departamento— prometiste decirme si me veo bien en la ropa que compré.

—Eso es fácil, sin importar lo que te pongas, la respuesta es sí, te ves bien —digo con flojera.

Se queda en silencio así que abro los ojos, y está para frente a mí, agarrando las bolsas que hemos traido.

—¿Es lo que crees, Ohm?

—¿Que eres lindo? —le pregunto asintiendo sin pensarlo— sí, lo eres.

—Gracias —dice sonriendo mientras saca una camiseta y la coloca sobre su cuerpo— ¿Debería usar esto mañana para ir a tu trabajo?

—¿No quieres usar ese tiempo para explorar este gran mundo, Nanon?

—Se siente más grande de lo que recuerdo, no quiero recorrerlo sin ti.

—No hago algo emocionante, solo nos sentaremos por horas en una tienda, eso no es divertido.

—Yo me divierto contigo —responde tirando las bolsas sobre mí.

—Bien, puedes venir —accedo girando los ojos.

—Gracias —menciona de nuevo, acercándose a mi cara.

Ya he notado que tiene la costumbre de hacerlo, pero no creo que pueda acostumbrarme.

—Invades mi espacio personal.

No me molesta su respiración mezclándose con la mía, pero no es muy apropiado.

—Invadí muchos pueblos en el pasado —dice sonriendo— es una costumbre mía.

Miro sus ojos intrigado, porque mi mente loca tiene la impresión de que me está coqueteando, pero no lo creo.

Suspiro colocando un dedo en su frente y lo empujo con cuidado.

—Ese nivel de confianza debes reservarlo para la persona que estás buscando.

—Si esta vez tampoco...

—Oye —digo interrumpiéndolo— hablaste por horas de lo positivo que eres, no me decepciones.

—¿Y si no la reconozco cuando esté frente a mí? —pregunta sentándose a mi lado— o a él, no sé al menos si será un hombre o una mujer, para reducir posibilidades.

—Lo sabrás cuando lo sientas, acá —respondo tocando su pecho— aunque nunca lo hayas sentido antes, tú vas a saberlo cuando lo veas, o a ella.

El faraón || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora