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No sé cuán sano mentalmente estoy, si puedo ver a un faraón dando vueltas en mi departamento.

No lo voy a mencionar en terapia o van a medicarme.

Medican a la gente por mucho menos que esto.

—Es un extraño muñeco —dice agarrando a Spiderman.

—Es una figura coleccionable, no un muñeco —respondo ofendido.

Podrá ser una momia que volvió a la vida, pero tiene que respetar mis cosas.

—¿Qué es una figura coleccionable?

—Significa que es de colección.

—Un... muñeco de colección.

—¡Es una figura! —grito quitándoselo y me siento al borde de la cama.

Él me ignora, y sigue tocando todo lo que encuentra en mi estante.

Me detengo a mirarlo tan concentrado, y suspiro.

Esa estatua en el museo, no le hacía honor a su belleza.

Es un chico bellísimo, ese es un hecho.

Me arriesgué mucho al ayudarlo a salir del museo, distrayendo al señor Dickens, y conseguí justificar su forma de vestir con el taxista, informándole que habíamos acabado una exposición Egipcia.

No estoy seguro de la razón por la que lo hice.

Quizás es porque él... es lo más interesante que me ha pasado en la vida.

—¿Ya vas a contarme? —le pregunto, mirando su rostro.

Estoy genuinamente impresionado.

—Oh, claro, dame un momento —dice llevando las manos a su ropa, para quitarla.

—Oye —niego moviendo las manos en el aire, para que se detenga— ¿Qué estás haciendo?

—Quiero tomar un baño primero —indica tranquilo— hace cientos de años ya entendí que no tengo más sirvientes, y debo hacerlo solo, así que no te ofrezcas a ayudarme.

Agarro su mano derecha levantándome y lo jalo con cuidado al baño, en el fondo del pasillo.

—La ropa siempre debe permanecer sobre tu cuerpo, hasta que entres aquí, ¿entendiste?

—Sí.

Voy a irme, pero agarra mi mano más fuerte, así que me detengo.

Está jugando con sus labios, mientras mira la bañera.

—¿Qué pasó?

—¿Qué es esto? —pregunta pasando los dedos por los botones.

Sonrío casi inconscientemente, porque puedo verlo mejor con la luz del foco alumbrándolo.

¿Ya había mencionado que estoy impresionado?

—Agua fría —digo pasando mi dedo sobre su mano— caliente, burbujas, y... presionas este al acabar.

—La última vez que desperté no existían tantas opciones —responde sonriéndome.

Le sonrío en silencio con los labios entreabiertos.

Es que es precioso, de verdad.

No soy un chico que se impresiona fácil con la belleza de las personas, pero él...

Parpadeo porque alza la mano y chasquea los dedos frente a mis ojos.

—Dame privacidad, ya he tenido la consideración de permitirte tocarme la mano, tengo que lavarla.

Asiento rápido, haciendo una reverencia nerviosa.

Es difícil recordar que los faraones eran reyes, hijos del Dios Ra, y yo estaría varios escalones abajo en la pirámide que jerarquizaba sus clases sociales.

Supongo que ha sido difícil para él adaptarse, pero es obvio que ya tiene práctica, y quiero que me cuente la historia.

El faraón || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora