•Final I•

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OHM

Estoy caminando al trabajo como todos los días, con Nanon en mi espalda.

No soy un sirviente real, pero siempre estoy cerca de serlo, y él adora que lo cargue.

—Ya llegamos —digo mirándolo y él se baja, haciendo un puchero.

—¿Podemos comer helado?

—Nanon, voy a abrir —respondo moviendo las llaves frente a él— y tú ya desayunaste.

—Puedo ir solo, la tienda está allá —dice señalándola y yo lo pienso un momento.

No es lejos, y ya sabe caminar, pero no me gusta dejarlo sin supervisión.

—Ya estoy grande, sé cruzar las pistas —insiste acercándose a mi rostro y accedo.

—Con cuidado.

—Sí —susurra estirándose para dejar un beso corto en mi mejilla derecha.

Volteo a la puerta para abrirla, y entro volteando el letrero de la entrada.

Tengo que limpiar un poco, pero he dejado todo ordenado anoche.

Apenas llego al mostrador escucho la campana de la entrada, y Toey me sonríe, mostrándome el café que ha traído.

—Buenos días.

—Hola —digo rascando mi cabeza.

Ni siquiera me despedí el día de la fiesta y me siento genuinamente mal.

—El desayuno —menciona colocándolo a mi lado y yo asiento.

—Toey, lamento lo evasivo que he estado siendo estos días, tú siempre eres increíble, pero está Nanon y él...

—Estás enamorado —dice interrumpiéndome.

—¿Se nota mucho? —pregunto preocupado.

—Se nota.

—Es unilateral —le cuento apoyándome en la pared— él no siente lo mismo, y es algo que ya está aceptado.

—Ohm —responde estirando la mano a mi rostro y acaricia mi mejilla con su pulgar— no es el único chico en el mundo, tú mereces a alguien que ame con locura lo maravilloso que eres.

—No soy...

No puedo seguir hablando, porque me besa.

Coloco las manos en su pecho para empujarlo, pero con cuidado, porque no quiero hacerle daño.

Justo en ese momento volteo a la puerta, porque la escucho sonar y veo a Nanon mirándome.

Él retrocede.

Quiero explicarle, porque yo no besaría a alguien más, incluso si solo somos amigos.

Intento salir, pero Toey agarra mi muñeca, para detenerme.

—Ohm.

—No me importa si no siente lo mismo —le digo soltándome con fuerza— no me importa lo que merezco o no, estoy enamorado de él.

Voy rápido a la acera afuera, pero Nanon ya no está y entro en pánico, caminando a la esquina.

Él no conoce la ciudad.

El faraón || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora