Kel despertó en el cuarto de su infancia, con su cuerpo girado hacia la ventana, mirando al amanecer. Estaba extrañado. Hasta hace un momento recordaba estar en su nueva normalidad, en esta misma casa pero de un diferente tiempo y una muy diferente situación.
Este movio sus brazos, esperando sentir sus brazos alargados moviéndose al son del aire, pero estos no se movían de ese modo. Lo que él se encontró fueron brazos más pequeños, Brazos Infantes que probablemente pertenecían a él mismo pero de 12 años y esto lo alarmó mucho.
Al menos por un momento, para después, sentirse alegre. Todos estos años que vivió sufriendo, maldiciendo, gritando por ayuda desde su alma, mientras la mierda más recalcitrante lo estaba agonizando por dentro mientras tenía que poner una cara de felicidad a los demás porque sabía que si él dejaba de fingir su felicidad todos se derrumbarían, tal vez, nunca pasaron. Tal vez solo fueron una triste y horrible pesadilla que finalmente estaba terminando.
Él saltó de la cama sintió como su cuerpo finalmente volvia a tener tanta energía como alguna vez lo llegó a tener. Sintiendo como cada molécula de su cuerpo finalmente se sentía libre de tanta asquerosidad, de tantos errores y de de tanto pesar. Kel se sentía libre por fin.
¡Oh, desdichado sea mi futuro!, probablemente penso para si mismo el muchacho. Ya no se tenía que preocupar de la renta, ya no se tenía que preocupar de nada. Y ya no se tenía que preocupar de ver al amor de su vida sufriendo constantes ataques de pánico mientras los dos amores de su vida no sabían qué hacer en la vida. Mientras veía a aquella chica de color rosa sufriendo constantemente, no mostrando el dolor que significaba su existencia. No teniendo que ver a aquel chico de pelo dorado teniendo que soportar el sufrimiento de estos porque los amaba tanto.
Ya no tenía que ver aquel chico de pelo negro despertando en la madrugada entre sudores fríos por el pánico y la culpa.
Al bajar las escaleras todas esas ilusiones se desvanecieron al ver a ojos gigantes con bocas horribles moviendolas, masticando cada parte de la gente que la amaba mientras le daban la bienvenida al festín de la carne.
—¡Hola hijo! ¿No acaso disfrutas este festival?
Esas eran las voces de sus padres, pero no eran las voces de sus padres. Había algo detrás. Había una malicia, una perversión detrás de ellas. Se sentían pastosas, venenosas, escupiendo cada palabra detrás de mucosidad y de entrañas y de liquido vital rojo siendo unidos por cánticos aztecas que parecían llamarle, decirle con tanta animosidad y emoción, ven a nuestro festín. Se comido y descuartizado hasta que no quede nada de tu patética e inútil existencia.
—¿No es esto lo que siempre has querido? ¿No es esto lo que siempre has deseado? ¿Que tus amigos jamás se vayan de tu estómago para que el pobre niño no llore cuando esté solo en la noche sabiendo que no tiene nada?
La Oscuridad lo traga, la oscuridad lo come, la oscuridad lo desvanece y mientras él grita pidiendo ayuda… nadie lo escucha.
El Agujero en las Cosas lo hace gritar. Lo hace llorar. Lo hace rogar por alguien. Por alguien que lo ayude… pero nadie lo salva. Porque su vida no merece ser salvada… o eso cree…
Hasta que oye una voz familiar.
“¡KEL! ¡KEL, DESPIERTA!”
B i e n v e n i d o a l B l a c k S p a c e .
Kel despierta de golpe a la realidad. El juraría que sigue dormido porque sigue viendo oscuridad en el techo. Son las caras de Sunny y Omori que finalmente le dicen, que no, si estás despierto.
Kel sacude su cabeza, dandose cuenta de qué de sus ojos, brotan profusas y espesas lágrimas. Al mirar el semblante de preocupación de Sunny y Omori, se da cuenta de qué probablemente lo vieron retorcerse en agonia por la horrible pesadilla.
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El Renacimiento de Mari - Un Fanfic de Omori
FanficLlámalo destino. Llámalo milagro. Llámalo coincidencia imposible. Sea lo que sea, Mari ha vuelto de entre los muertos después de 9 años de su abrupta y espantosa muerte. Y ella, la pandilla, y todos en Faraway, están emocionados, y asustados. ¿Cómo...