‡Catorce‡

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Timothée

Al momento de escuchar el disparo, sangre sale disparada cuando la bala toca el hombro de la persona mientras cae a lado de Miguel. El grito de la persona hace que me den escalofríos.

—¡Vamos, dame la mano! — le digo a Miguel quien está tumbado en el piso tratando de mantenerse despierto. — ¡DAME LA MANO!

Le grito cuando él me la da, y lo ayudo a levantarse, el dolor vibrante de mi muñeca rota hace que lágrimas humedezcan mis mejillas.

—¡MÁTALOS! — le escucho gritar. Cuando volteo, puedo ver a una persona con una máscara de la peste negra y todo vestido de negro. Así vestía el asesino de Kaiden.

—¡VAMOS, MÁS RÁPIDO! — el miedo empieza a crecer aún más cuando el asesino nos persigue.

—¡N-no pu-puedo caminar ma-más rápido! — escucho a Miguel decir.

—¡TIENES QUE HACERLO, TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ!

Entre la oscuridad del pasillo vacío, sólo se escucha la respiración pesada de Miguel combinada con la mía. La luz de los focos amarillentos se van apagando poco a poco, los pasillos se vuelven más oscuros, poco visibles.

Recuerdo la habitación en la que Miguel había estado. En la que lo encontré parado frente a la puerta, no hay iluminación. Puedo esconderlo ahí mientras trato de deshacerme del asesino. Tomo rumbo a la habitación.

—¡NO TE DUERMAS, AGUANTA UN POCO MÁS! — le grito a Miguel cuando entrecierra los ojos. Él los abre de golpe, vuelve a mantenerlos abiertos lo tanto que puede. Más rápido, más rápido.

Volteo y no veo al asesino, ya casi llegamos a la habitación. Corro un poco más y abro la habitación. La oscuridad se deja ver, cuando entramos, cierro la puerta atrás de mi espalda. La oscuridad nos come mientras avanzamos sobre ella, no puedo ver nada, en el centro hay un poco de luz amarillenta, es muy leve, que aunque nos acerquemos, será inútil tener iluminación.

Camino a la izquierda para encontrar la pared.

—En fre-frente, hay un ri-rincon oscuro. — Logra decir Miguel y hago caso.

Entre el silencio, puedo escuchar como azotan una puerta. Está aquí.

—No hagas ruido. — Le susurro.

Encuentro la esquina y lo siento ahí.

—Quédate ahí, no hagas ruido, no hagas nada para llamar la atención. Volveré por ti cuando encuentre la salida, te lo prometo.

—Si n-no morimos a-antes. — Él suelta una risilla que hace que ponga una mano en sobre su cortada. Yo me río y pongo mi mano sana sobre su hombro sano.

—Viviremos, te lo prometo. Vas a ver a tu familia, comiendo con ellos en el comedor, jugando y viendo televisión.

—¿Y tú? — me logra preguntar. No digo nada, me quedo callado.

—Yo no tengo familia con quien regresar, tú sí. Ahora, no hagas ruido, y sigue despierto.

Quito mi mano y camino sobre la oscuridad dejándolo ahí solo. Comienzo a rezar para que no lo encuentre.

Encuentra la salida.

Escucho pasos cerca, me alarmo y sigo caminando hacia el frente. La luz amarillenta me indica que estoy cerca. Me detengo en seco al ver una silueta pasar frente a la luz. Me tapo la boca para no soltar ningún ruido. Cuando retrocedo, mi pie choca contra algo.

¡CUIDADO! Grita mi mente al sentir que me voy a caer. Logro mantener el equilibrio. Me agacho para encontrar con lo que choque. Mis manos buscan por todo el piso, pero simplemente no hay nada. Siento en mis dedos algo duro, con la otra mano me ayudo a saber que es, pero al momento de poner mi mano más arriba, me doy cuenta de que es un pie.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2023 ⏰

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