El silencio que revoloteaba en la sala de juntas parecía provenir desde el purgatorio. Anita observaba detenidamente a todos los ejecutivos, la única que parecía estar tranquila era Fernanda, quien no se había enterado de nada y parecía no percibir la incomodidad del resto. Gerardo tenía la mirada vacía, seguía pálido, tal vez pensando en todo lo sucedido, en la ausencia de Cecilia, quien llevaba más de quince minutos encerrada en su oficina. Después miró con detenimiento aquel rostro que no le resultaba nada familiar, el de la mujer que estaba a lado del hombre que causó todo esto. Ciertamente era bonita, el cabello negro azabache que se amoldaba perfectamente a su rostro le daba un aire misterioso y elegante.
"Ella debe ser Marcela", pensó Anita. Cecilia le habló de ella en el camino hacia la empresa, cuando la mencionó no lo podía creer, había que tener muchas agallas para buscar a la mujer que dejaste por un hombre como si nada hubiera pasado, pero su amiga no parecía perturbada, más bien estaba tranquila, lo cual no supo cómo interpretar, pues pudo notar que en ella había sentimientos encontrados, como si muy en el fondo se alegrara de que Marcela estuviera trabajando con ella. Si eso pensó en el trayecto a la empresa ahora estaba segura de que esos sentimientos se habían esfumado, que muy probablemente Cecilia se había encerrado en la oficina para evaluar si corría a patadas a Marcela o no. Tal vez la mujer estaba pensando lo mismo, pues no dejaba de morderse el pulgar, señal de que estaba preocupada.
Al notar que Cecilia seguía tardando tomó un papelito blanco de su carpeta y escribió: "¿Quién era aquel señor desagradable?", después lo lanzó hacia Gerardo. Él tardó un momento en darse cuenta, parecía profundamente metido en el trance, pero lo tomó y escribió para después devolverlo. Cuando leyó el nombre de Daniel Valencia comprendió todo. Miró con más insistencia a Marcela sin poder creer la barbaridad que había hecho. Le devolvió la mirada y trató de hacerle entender que hizo algo imperdonable, que haber traído a Daniel a Amapola era como ejecutar públicamente a Cecilia con la guillotina. Parecía que Marcela lograba comprender su pecado, pues su mirada estaba presa por el pánico, como si su peor tormento estuviera a punto de entrar por la puerta.
Tal vez no era mala idea que la Presidenta corriera a Marcela, sería divertido, por fin habría algo de movimiento en la empresa, viviría una telenovela en vivo, tal como la vivió cuando Cecilia terminó con Boqué. Ciertamente a Anita le emocionaba la ausencia de Cecilia ¿estaría planeando su discurso de venganza? ¿humillaría a Marcela frente a toda la junta directiva? Se preguntaba esa clase de cosas cuando el sonido de la puerta abriéndose aniquiló el silencio. Anita miró las manos de Marcela tensarse y los ojos de Gerardo cristalizarse. Quería reír, pero seguramente le molestaría a su jefa, que sin decir nada tomó asiento mientras acomodaba una serie de carpetas sobre la mesa. Se decepcionó cuando lo único que escuchó salir de la boca de Cecilia fue lo siguiente:
— Como saben, estamos en medio de una crisis financiera por las obligaciones que aún tenemos con Alicia Boqué y de las que no nos podemos deshacer. Ahora que toda la junta directiva está presente procederemos a explicarle a Anita los distintos planes de acción que evaluamos para salir de estos problemas.
Era evidente el desconcierto, pareciera que todos esperaban una reacción en contra de Marcela, pero Cecilia se limitó a entregar las carpetas a Anita para que esta se enterara de todo.
— Marcela, te presento a Ana Carré. Es nuestra diseñadora estrella y, junto con nosotros, formó parte de la fundación de Amapola. Trabajarán en conjunto para la reorganización de los puntos de venta.
Estaba desconcertada ¿por qué no se encontraba gritando que recogiera sus cosas y se largara de su empresa? ¿acaso estaba planeando otra clase de venganza o simplemente no le importaba? No era nada de eso, pero al mirarla a los ojos pudo darse cuenta que el rencor había regresado a sus ojos. Nunca pensó ver esa mirada dirigida hacia ella, era la misma con la que solía mirar a Daniel cuando se burlaba de su padre. Era un odio enfermizo, que ardía como el mismo infierno. Cuando Cecilia sentía eso se notaba al instante, pues sus ojos se volvían más pequeños, y en ese momento el odio iba dirigido hacia ella. No tuvo más tiempo para procesarlo, pues Ana habló dirigiéndose a ella:
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Yo soy Marcela Valencia, la nueva
FanfictionMarcela Valencia, junto con Patricia Fernández, deja Colombia después de que Beatriz Pinzón Solano quedara como la presidente legítima de Ecomoda. Ambas viajan a México con la esperanza de empezar de nuevo. Con el propósito de continuar con su vida...