La pregunta de Patricia le cayó de golpe. No sabía que el recuerdo de Cecilia pudiera hacerla sonrojar. Deseó con urgencia un vaso de agua y se levantó de su escritorio para conseguirlo. Sabía que la mirada sospechosa de su amiga iba detrás de ella y se apuró en aclarar las cosas:
— Hace calor, Patricia. Solo es eso.
— Pero el aire acondicionado está encendido— miró a Marcela con más sospecha. Una idea atravesó su cabeza y sonrió con malicia—. ¡Marce, no será que estabas pensando en...?
Una serie de golpes calmados la interrumpieron. Marcela se sintió salvada y fue con apuro a abrir la puerta. Si el bochorno se le había apaciguado con el agua que acababa de beber, este volvió con aún más intensidad al tener frente a ella y sin advertencia alguna a la presidente de Amapola.
Afortunadamente, los ojos de Cecilia no repararon en ella y se posaron en Patricia, quien estaba fuera de su puesto de trabajo. La secretaria trató de devolverle la mirada a Cecilia, quería hacerle entender que estaba del lado de Marcela y que no iba a permitir que una Don Nadie como ella tratara a Marcela como una empleaducha, pero la seriedad de la presidenta terminó por intimidarla y apartó los ojos con rapidez.
— ¿Interrumpo algo?
— Para nada, Patrcia estaba por irse ¿cierto?
— ¡Claro, claro! Vine con Marce para entregarle unos papeles muy importantísimos y como ya se los entregué voy a ir a mi lugar a trabajar — dijo nerviosa.
La mirada de Cecilia no dejó de perseguirla hasta que salió de la oficina, una vez fuera, cerró la puerta en sus narices y no tuvo más remedio que irse a trabajar.
Sin que Marcela pudiera decir nada, Cecilia terminó por entrar a la oficina. No se sentó, simplemente le daba la espalda y lo único que podía observar eran sus manos cruzadas por detrás. La presidente parecía mirar con detenimiento la jarra de agua que estaba en un rincón de su oficina. Desde que firmó su contrato dos semanas atrás Cecilia no le había dirigido la palabra. Tenerla en su oficina a puerta cerrada la ponía nerviosa, no tenía ninguna pista de lo que pasaba por su mente o las razones por las que estaba allí. Estuvo a punto de preguntarle cuando la interrumpió:
— Veo que te has instalado bien.
Dudó unos instantes, pero terminó por responder.
— Sí, la oficina es muy espaciosa. Me resulta cómoda.
Cecilia se limitó a asentir. Seguía dándole la espalda. Permanecieron unos momentos en silencio y no supo si la presidente se mantenía callada para ponerla nerviosa, parecía un método de tortura psicológico. "Tal vez viene a abofetearme por lo de hace seis años", pensó, pero inmediatamente se deshizo de la idea, pues sabía que ella no sería capaz de tal cosa. Los segundos le parecieron días. Se esforzaba por lucir tranquila, no quería doblegar su espíritu y eso implicaba no ser la que hablara primero: si Cecilia había venido hasta su oficina era ella quien tenía que romper el silencio.
Finalmente la tuvo de frente, seguía con las manos cruzadas hacia atrás. La observó de cuerpo entero, le pareció incluso más alta aunque no lo era, su rostro frío parecía escudriñar su alma, su silencio comenzaba a irritarla.
— Antes que nada, quiero pedirte una disculpa.
Aquellas palabras la desconcertaron, pero al instante se calmó. La tensión iba abandonando su cuerpo poco a poco, imaginó que Cecilia la había buscado para pedir una tregua.
— Sé que estos últimos días mi comportamiento no ha sido profesional. Relegué todas las actividades que tuvieran que ver contigo a Gerardo, y eso fue muy injusto para él. Gracias a eso hemos perdido tiempo valioso para poner en marcha su plan y yo, más que nadie, quiero salir pronto de esto. Mañana iremos al primer punto de venta, esa será la más sencilla de nuestras tareas. Pero sabemos, por lo que hemos hablado en la junta, que no será lo único que tendremos que hacer juntas— hizo una pausa. La voz de Cecilia le parecía mecánica, no detectaba en ella ningún tipo de emoción—. Con todo esto quiero decir que ya no recibirás un trato indiferente de mi parte, podrás consultar conmigo cualquier cuestión de la empresa... después de todo soy tu jefa.
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Yo soy Marcela Valencia, la nueva
FanfictionMarcela Valencia, junto con Patricia Fernández, deja Colombia después de que Beatriz Pinzón Solano quedara como la presidente legítima de Ecomoda. Ambas viajan a México con la esperanza de empezar de nuevo. Con el propósito de continuar con su vida...