Recordar la cercanía de Cecilia la noche anterior le erizaba la piel. En el camino al hotel ninguna de las dos emitió palabra y no porque estuvieran incómodas, sino porque no estaban seguras de lo que acababa de pasar. De pronto Marcela se encontró dudosa de sus sentimientos, una parte de ella trataba de convencerla de que se trataba meramente de nostalgia y que realmente esos sentimientos que comenzaban a despertar iban dirigidos a las memorias de aquello que fue, pero otra parte le decía que no le disgustaba para nada esta nueva Cecilia con la que convivía cada día más. ¿Sería buena idea consultarlo con Patricia?
— Me gusta el color —dijo una voz a sus espaldas—, le agrega personalidad a este lugar que, si me lo preguntas, Cecilia tenía como si fuera casa funeraria.
Una silueta de cabello rosa pastel se incorporaba junto a ella y miraba con detenimiento las paredes del establecimiento en donde se citaron.
— Me alegra pensar que tenemos con nosotros a una maestra experta en interiores.
La personalidad de Ana no dejaba de intrigarla. Apenas ayer se burlaba de ella en su propia cara junto con Gerardo y ahora la elogiaba por su trabajo, parecía ser un tema de azar con esta mujer. Ana siguió recorriendo el espacio vacío, inspeccionando con atención que todas las superficies del punto de venta estuvieran cubiertas de pintura. De vez en cuando Marcela echaba un vistazo a la entrada, la embargaba una extraña ansiedad, un miedo extraño a que Cecilia entrara por esa puerta aunque sabía perfectamente que las únicas que habían acordado pasar por ahí antes de llegar a la empresa fueron Ana y ella.
— ¿Esperas a alguien?
Regresó la vista con urgencia. Ana expresaba un aura burlesca en el rostro, disfrutaba de su nerviosismo. Le parecía increíble que pudiera estar atenta al trabajo y al chisme a la vez.
— Tal vez a tu amiga —continuó Ana— ¿la invitaste?
Otra vez ese tono sospechoso hacia Patricia. Gerardo ya lo había utilizado alguna vez ¿acaso pensaban que Patricia y ella tenían algo que ver? ¿o solo lo hacían para molestarla? De cualquier modo no pensaba alimentar las diversiones de Ana y tampoco estaba interesada en darle pie a especulaciones en torno a su relación con Cecilia cuando ni siquiera ella estaba segura de lo que ahora sentía.
— Mi amiga, como usted la llama, debe estar en la empresa muy entretenida buscando cualquier excusa para hablar con su amigo.
El semblante de Anita no cambió ni un ápice, de hecho daba la impresión de que el comentario de Marcela la animó aún más y se acercó a ella juguetona, como una niña rondando un terreno de juegos.
— Pobrecilla, enamorar al tronco de Gerardo es pedir que Dios baje a la tierra. Desde que creamos la empresa no le hemos conocido una sola noviecita ¿puedes creerlo? —abrazó el brazo de Marcela con el suyo como si fueran viejas conocidas que se ponían al día sobre sus vidas— . Se empeñó en hacer que su vida fueran únicamente Amapola y Cecilia... sobre todo Cecilia y ¿cómo no? Después de cómo la dejaste —soltó una carcajada inofensiva.
Sintió que el rostro le ardía de la vergüenza. ¿Cómo era posible que dentro de una mujer hubiera tanto descaro? Y peor aún, que se lo tomara tan a la ligera. Únicamente fue ahí a revisar que todo estuviera bien y a mostrarle a la diseñadora el plan de acomodo de las prendas, pero la soltura de Ana volvía a crisparle los nervios; tanto así que había provocado que por fin hablara las cosas claras con la Presidente la noche anterior.
— ¿Armando era tan carita para que la dejaras así? ¿O te convenció con otro tipo de artimañas? Tú me entiendes... —guiñó un ojo.
— No veo por qué tengo que traer de vuelta lo que ya pasó —dijo soltándose del brazo de Ana, conteniendo todo el dolor que pretendía reventarle el pecho— y menos frente a usted, que lo único que hace es burlarse de cosas que no le corresponden.
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Yo soy Marcela Valencia, la nueva
FanfictionMarcela Valencia, junto con Patricia Fernández, deja Colombia después de que Beatriz Pinzón Solano quedara como la presidente legítima de Ecomoda. Ambas viajan a México con la esperanza de empezar de nuevo. Con el propósito de continuar con su vida...