Capítulo 10 - El patrón

324 37 49
                                    

Esperanzada.

Así es como se sentía Sara desde que el detective Williams la había contactado para decirle que su investigación no podía ir mejor y que iba a viajar cuanto antes a la capital para encontrarse con la misteriosa doctora Valentina Morales. Había conseguido dar con su paradero y la mujer había aceptado su invitación para reunirse. Al parecer, la doctora le había confesado vía llamada telefónica que tenía mucho que contar...

No quería ilusionarse, porque al fin y al cabo, esa mujer solo podía confirmarle lo que ya sabían, pero estaba ilusionada y no perdía la esperanza. Por ello acudió cuanto antes a su banco para transferir al detective la suma de dinero que le era necesaria para viajar a la capital.

Estaba feliz, a pesar de la oscuridad que se había instalado en su vida desde la ausencia de Franco. Comenzaba a ver la luz al final del camino y eso le daba las fuerzas para continuar con más ánimo. Además, el centrarse en la otra persona más importante de su vida, la ayudaba a no caer y luchar ante todas las adversidades.

Le había comprado a Andrés su primera ropita y algunos otros detalles infantiles que amó desde el primer momento que posó sus ojos sobre ellos. Era extraño, ya que amaba estar viviendo todas aquellas sensaciones que suponía la llegada de su bebé, pero a su vez, siempre rondada la tristeza de que Franco no estuviera junta a ella para compartir la experiencia.

No podía explicarlo, pero le era imposible avanzar, tal y como su mamá continuaba insistiendo. Solo avanzaba por Andrés, porque su bebé necesitaba a una madre fuerte y entera... Pero sí que era consciente que puede que tuviera que prepararse para lo peor...

Pero ahora no.

Ahora era el momento de que la esperanza la invadiese y por eso con más ganas que nunca retomó los proyectos que habían sido interrumpidos, siendo uno de ellos fue el de seleccionar a los empleados de su nuevo hogar, especialmente a la mujer que se iba a encargar del cuidado del mismo y la ayudase con su bebé.

Irene había sido la elegida, una mujer tranquila y resuelta que había llegado a su vida con una sorpresa que no esperaba; Gonzalo.

El buscar un capataz para la hacienda que Franco y ella querían crear, no estaba entre sus planes inmediatos, ya que los caballos eran algo que no iba a estar a su alcance hasta dentro de muchos meses, pero cuando Irene llegó a su casa y le presentó a su esposo, el cual cumplía todo lo que ella buscaba para su empleado ideal, le fue imposible rechazarle y tuvo que contratarlo inmediatamente,

El destino obraba de formas sorprendentes y que ese hombre hubiera aparecido en su vida, le indicaba que estaba haciendo lo correcto y que no podía dejar de lado su amor por los caballos. Puede que no pudiera acercarse a uno, pero sí que le era posible disfrutarlo, aunque fuera desde la distancia.

–Por favor, no se alarmen.– Sara manejaba el auto junto a Irene y Gonzalo. Pretendía mostrarles el estado de su futura casa, para que la primera pudiera hacerse a la idea de cuál sería su trabajo y el segundo para le aconsejase sobre las instalaciones de los caballos–. La intención es contratar a más empleados.

Franco no había querido escatimar, especialmente en el tamaño de la casa y de la finca en la que se ubicaba. Sonrió emocionaba al ver como la edificación ya tomaba la forma de sus sueños. Puede que los terrenos estuvieran revueltos y necesitasen de un paisajista, y que las cantidades de escombro y materiales manchasen el frente de la casa, pero eso no impedía verse así misma, contemplando como Andrés jugaba en el jardín o llegando a caballo hasta la puerta, pero sobre todo se imaginaba junto a su esposo compartiendo todos aquellos momentos.

–¡Es hermosa, Señora Sarita! –exclamó Irene cuando se bajaron del auto.

–Patrona, solo he visto de pasada las futuras caballerizas y no podían ser mejores –Gonzalo comentó asombrado.

¿Quién mató a Franco Reyes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora