Capítulo 17 - Rozando la verdad

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–Óscar y yo nos vamos a la capital.

Sara detuvo en el aire el tenedor con el que se estaba llevando un rico trozo de pancake a la boca. Andrés era un goloso empedernido, al igual que su papá, y había descubierto que para que su bebé estuviera calmado necesitaba iniciar el día con una buena dosis de dulces. Por eso recibió una patada cuando el niño sintió que su mamá había dejado de ingerir su manjar favorito, pero Andrés tendría que esperar, ya que tenía que averiguar porque sus tíos debían marchar.

–Queremos encontrarnos con la doctora Morales o comoquiera que se llame esa mujer, presiento que ella tiene la clave de todo.

Estaba de acuerdo con Óscar, esa mujer había hurtado una identidad para certificar el fallecimiento de su esposo.

–Desearía acompañarles, pero... –bajo la vista hacia su redondeado vientre. Le encantaría enfrentar a esa mujer y descubrir una vez por todas que estaba sucediendo, pero también era consciente que para que su bebé creciera sano, no podía hacer esfuerzos y el viaje hasta la ciudad era exhausto.

–Lo entendemos –Jimena se levantó de su silla para sentarse junto a ella–, y por eso traeremos a esa mujer a San Marcos. Estoy preparada para secuestrarla si es necesario.

Rio ante la ocurrencia de su hermana, aunque sospechaba que no mentía. Además, no era una idea tan disparatada... La supuesta Valentina Morales podía no haber solo mentido acerca de su identidad y profesión, sino tal como Óscar le había dado esperanza, en toda la historia que rodeaba a la muerte de su esposo y si la solución para recuperarlo era raptar a esa mujer, ella esperaría en San Marcos con una buena cuerda para atarla.

–¿Cuándo parten?

Jimena y Óscar compartieron una breve mirada y regresaron la vista a ella.

–Hoy.

Abrió los ojos de par en par. No se esperaba que fuera a ser tan inmediato.

–Sabemos que es muy repentino, pero no hay tiempo que perder.

–Estoy de acuerdo, Óscar –asintió–. Aunque me gustaría pedirles un favor.

–¿Un favor? ¡Todos lo que pida mi cuñada favorita!

Sonrió. 

Óscar era un meloso que sabía perfectamente como engatusar a la gente.

–Solo quiero... –tomó una gran bocana de aire–, que en el caso de que prevean cualquier peligro, regresen. Esta familia no puedo perder a más miembros –la voz le tembló. Ya poco le importaba quedarse sola en el mundo, pero su bebé no lo merecía.

–¡Ay, hermanita! Estaremos bien. La única preocupación que debes de tener es... Mi mamá.

Sara miró a Jimena sin comprender.

–Lo siento, cuñadita, pero le hemos tenido que comentar a Gabriela que debíamos salir de San Marcos por unos días y...

Cerró los ojos y respiró profundamente.

Ya se imaginaba lo que iba a ocurrir.

–¿Cuándo debo irme con ella? –preguntó resignada.

No estaba en el mejor momento para sulfurarse, su bebé necesitaba tranquilidad, por lo que no iba a poder rebelarse contra Gabriela de nuevo.

–Usted no se va a ningún sitio, ella se viene contigo el tiempo que estemos fuera.

Eso sí que era extraño. Su mamá había visitado la hacienda Trueba por pura necesidad, jamás de forma desinteresada.

¿Quién mató a Franco Reyes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora