–¡Doña Sara! ¡Qué alegría verla!
Sara sonrió falsamente al arquitecto. Había aumentado sus visitas a la casa con la excusa de tomar medidas para sus muebles y aunque no era del todo mentira, ya que quería visitar la tienda donde Franco había adquirido la cuna, su principal objetivo era otro; encontrarse con el joven obrero que había vendido el auto de su esposo.
Dio un barrido por la sala principal, reconociendo rápidamente a los obreros, pero como se había convertido en costumbre, el empleado que buscaba no se encontraba en el lugar.
Había desaparecido. Se lo había tragado la tierra y cuando preguntaba por él, nadie parecía conocerle.
No entendía de su mala suerte. Las piedras que se interponían en su camino para conocer la verdad eran cada vez más grandes y pesadas, y cuando conseguía dar un paso hacia adelante, siempre existía algo que le hacía retroceder el doble. Se estaba frustrando y la falta de noticias del detective acerca de su encuentro con la doctora Morales la enervaba.
Cuando llegó al dormitorio de Andrés la rabia que sentía era incontrolable. No pedía mucho, solo una pequeña señal. En cambio, lo único con lo que se encontraba era con dudas, misterios y situaciones que no entendía.
¿Por qué Franco vendió el auto?
¿Por qué eligió a ese obrero?
¿Acaso todo formaba parte de algún plan de su esposo?
Pero de ser así... ¿Franco no confiaba lo suficiente en ella para contarle sus problemas?
Eso es lo que más le dolía. Si su esposo estaba sufriendo amenazas, debía de haberlo compartido con ella.
Respiró profundamente y cerró los ojos mientras se apoyaba sobre los barrotes de la cuna. Estaba en su quinto mes de embarazo y afrontar los síntomas típicos de la gestación le eran difícil y más cuando se le añadía a la ecuación la defunción de su esposo rodeada de tantas incógnitas.
–¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llame al doctor?
El arquitecto era insoportable.
Le entraban náuseas con solo escucharle y sus ansias por acercarse a ella le provocaban ganas de encañonarle. Ese tipo continuaba sin comprender que no podía tener esa actitud con una mujer embarazada que había perdido a su esposo recientemente... A su mamá le encantaría.
–Estoy bien –contestó sin mirarle, pues continuaba en su misma posición–. Síntomas de embarazo.
Alejandro se le acercó, situándose junto a ella e imitando su gesto, se apoyó en la cuna.
–Es muy bonita. –Sara le miró asqueada porque el arquitecto fuera a elegir ese momento para cortejarla. –La cuna, me refiero–respondió rápidamente–. Si lo desea, puedo ayudarla a tomar las medidas para que compre el resto de muebles.
No necesitaba de la ayuda de nadie. Además, Óscar y Juan se habían encargado de ello. Alejandro solo estaba allí para cerciorarse de que se estaba cumpliendo lo establecido en el contrato y ordenar a los obreros lo que debían de hacer...
¡Los obreros!
¡El arquitecto había sido el encargado de contratar a todo los empleados!
¡Tenía que conocer el nombre de todos y su paradero!
Debía de conseguir esa información... Y para ello que mejor que utilizar a su favor el interés de Alejandro.
–¿Sabe? Sí que necesito que alguien tome las medidas de... –miró a su alrededor– ¡Esa zona de allá!
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¿Quién mató a Franco Reyes?
FanficSara había logrado todos los objetivos que se había propuesto en la vida; tenía un esposo que la amaba profundamente, un bebé en camino, un trabajo que era su pasión y una familia que la apoyaba. Sin embargo, esa imagen idílica se rompe en pedazos c...