Capítulo 2 - Negación

434 38 52
                                    

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro...

Un silencio sepulcral.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro...

El mismo resultado.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro...

Franco no atendía a sus llamadas.

En las últimas horas había tratado de contactar con su esposo de forma constante, pero sin ningún éxito.

–Sarita...

Hizo un gesto para que Norma no hablase. Estaba concentrada en buscar a su esposo y confiaba de que este estuviere perdido en reuniones o en los problemas de su nueva casa... Sin embargo, Franco no estaba en ningún sitio. Tras el desayuno, su esposo puso rumbo a la que sería su hacienda... Pero el arquitecto no tenía ni la menor constancia de que Franco se hubiera pasado por la obra y lo mismo les comentó su secretaría acerca de si había visito la oficina aquella mañana.

–Sarita...

Esta vez, tuvo que hacer callar a Jimena. Tras aquella llamada donde le informaban sobre el poco creíble fallecimiento de su esposo, su hermana pequeña la llevó directa a su casa, donde pronto llegaron Norma y el resto de los Reyes. No les necesitaba para nada y mientras que Óscar y Juan decidieron ir al hospital, ella se negó.

Franco era muy despistado y estaba convencida de que de alguna forma este podría haber perdido su identificación haciendo que apareciese en un auto accidentado... ¡Eso era! Lo más probable es que a su esposo le hubiesen robado el auto. Eso explicaría por qué, de manera confusa, la llamaron a ella y también por qué Franco no contestaba a las llamadas.

Sí. Definitivamente, tenía que ser eso.

Continuó ignorando a sus hermanas. Su siguiente cometido era llamar a la policía e indicarles que a su esposo le habían atracado y que necesitaba de un operativo para encontrarle, pero no llegó a hacerlo porque Juan y Óscar volvieron del hospital.

Instintivamente, fue bajando el teléfono de la oreja cuando observó la cara de Juan, pero sobre todo la de Óscar, el cual no podía ocultar sus sentimientos.

–Sarita...

No. Negó con la cabeza. Sea aquello que quisiera contarle Juan, no era cierto.

–Sarita –continuó el mayor de los Reyes–, en el hospital –hizo una pausa antes de seguir– nos confirmaron que Franco se vio envuelto en un accidente de auto... Un exceso de velocidad.

Y ahí ella tuvo que reírse porque aquello le daba la razón a ella.

–¿Exceso de velocidad? ¿Franco? Pero si van más rápido las tortugas que él. Cada vez que salimos tenemos que hacerlo con tiempo suficiente porque maneja muy lento... Además, ahora que vamos a ser... –se detuvo antes de descubrirles a todos que iban a ser papás y que Franco, precisamente, tenía miedo de accidentarse mientras ella estuviera embarazada.

–Es verdad –murmuró Óscar–, el flaco manejaba bien lento.

Le gustaba saber que su cuñado favorito estuviera de su parte, aunque las lágrimas que rodaban por la cara del mediano de los Reyes indicasen que creía esa inverosímil historia.

–Sarita...

Sus hermanas volvieron a tratar de intervenir, pero las volvió hacer callar.

Respiró profundamente, puede estuviera negando la mayor y que efectivamente su esposo pudiera haber estado envuelto en un accidente, no era algo imposible por muy lento que manejase.

–Está bien. ¿Entonces, franco está en el hospital?

–Sí... –contestaron los dos Reyes a la vez.

–¿Y qué hacemos acá esperando? Vayamos con él. Odia los hospitales y se estará comportando como un niño chiquito.

Se giró y agarró su bolso. Iba a ser difícil lidiar con los síntomas de embarazo y Franco lastimado, pero ella era una mujer fuerte y tendría que hacer frente a la situación.

Aunque cuando estaba cerca de la puerta, Juan y Óscar la detuvieron.

–Franco está en el hospital, pero no podemos hacer nada.

Frunció el ceño. No entendía las palabras de Juan.

–Franco está... –Óscar respiraba aceleradamente– Está... Está muerto –finalizó entre lágrimas mayores.

El corazón de Sara dejó de latir por un segundo, pero un segundo que fue eterno. Un segundo que su cerebro procesó la información lentamente. La analizó, la digirió... Pero no se la creyó.

–¿Ustedes, cómo saben que es cierto? ¿Le vieron? ¿Vieron su cuerpo?

Juan y Óscar negaron.

–Me voy al hospital –ya estaba tardando en llegar al complejo sanitario–. Yo no me lo creeré hasta que no vea su cuerpo.

Volvió a agarrar su bolso y se acercó de nuevo a la puerta, pero como la vez anterior, fue detenida.

–No podrás verlo.

Indignada se cruzó de brazos. Juan la estaba desesperando.

–Es mi esposo, y si le quiero ver, nadie me impedirá hacerlo.

Ella no vivía de miedos, y mucho menos iba a temer a los trabajadores del hospital. Entraría al centro, armada hasta los dientes si fuera necesario.

–No te lo van a impedir... Pero Sarita, fue accidente muy aparatoso y... Nos dijo el doctor que lo mejor era quedarnos con su recuerdo y con su estado actual.

Sara cerró los ojos, queriendo evitar que imágenes desagradables inundasen su mente. Ella siempre recordaba a su esposo riéndose, con la mirada iluminada y feliz, porque si había una cosa que caracterizase a Franco Reyes, era esa positividad tan necesaria en la vida.

Y eso hizo, ser positiva, o quiso hacerlo, porque sin Franco a su lado, toda su positividad desapareció y cuando Juan y Óscar le entregaron el parte de defunción de su esposo junto a su alianza de casado, la negatividad la invadió de pies a cabeza.

xxxx

¡Hola!

Gracias por acompañarme en este nuevo viaje. ¡Les estoy muy agradecida!

He leído que están todxs un poco precupadxs con la muerte de Franco, y aunque me gustaría decirles que es lo que está sucediendo, no puedo contarles nada porque ese es el misterio que irán descubriendo a lo largo de los capítulos.

Disculpen si los primeros capítulos son más cortos, pero realmente es bastante duro escribir algo como esto y prefiero que sean breves y concisos. Les compensaré en los siguientes. ¡Lo prometo!

¿Quién mató a Franco Reyes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora