CAMILA

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"Los demonios pueden ser crueles y horribles, pero también lo mejor que te puede pasar en la vida."

De niña me han criado bajo la fe, una familia muy religiosa, éramos latinos viviendo en Corea, mis padres nos tuvieron allí, y a pesar de ser diferentes éramos bien aceptados. Íbamos dos veces a la semana a la iglesia, éramos muy cercanos al sacerdote y a la gente de allí, me encantaba pasar tiempo orando y alabando a Dios, sabía que hacerlo me permitiría un lugar en el paraíso junto a él. Estudié toda la vida con los mismos niños de la iglesia, íbamos a una escuela especial, para que no nos juntáramos con los que mi madre llamaba pecadores, nunca me permitieron ni a mí ni a mi hermano que nos acercáramos a niños extraños, ni que fuéramos a lugares diferentes, nada de esas cosas, para nosotros eso era lo normal. La familia Lee se mudó al lado de nuestra casa, cuando el señor Kim falleció, fue todo muy extraño, eran raros, pero agradables, tenían varios hijos, por lo que podía escuchar eran Hyunjin, Felix, Seungmin y Jeongin pero me llamaba la atención que ninguno se parecía a sus padres ni entre ellos. Mi hermano Tomás se parecía mucho a mí, tenía el cabello oscuro, nariz pequeña, ojos grandes y marrones, labios gruesos, era alto, en cambio yo era baja. Tomás siempre intentaba convencer a mamá y papá para que lo dejaran jugar con los chicos de al lado, sin embargo, cada vez que eran mencionados mis padres comenzaban a orar y decirnos que jamás nos acercáramos a ellos, que eran pecadores alabadores del diablo, me asustaba cuando los veía en la calle. A pesar de que Tomás era 2 años menor que yo, tenía que obedecerme en todo, cuando nuestros padres salían de compras yo quedaba a cargo, y era muy espantoso, Seungmin siempre tocaba nuestra puerta para invitar a mi hermano a jugar, lo que me parecía extraño porque él era mayor que nosotros, era tres años mayor que yo, bueno yo solo me limitaba a abrir un poco y decirle que no. Las cosas en la casa de los Kim eran muy extrañas, se escuchaban ruidos horrendos, incluso creo haber escuchado gritos, pero, nunca dije nada por temor, mi cuarto estaba frente a un cuarto de ellos, no tenía cortinas y casi siempre estaba oscuro, a veces la luz se encendía sola y me aterraba ver que no había nadie allí, también veía sombras y cada vez que eso pasaba tenía unas pesadillas que me atormentaban por días, muchas veces oía a mamá decirle a las señoras de la iglesia que habían demonios en esa casa, que el espíritu del señor Kim no podía descansar, que se alimentaban de él, me daba escalofríos pensar en ello. Estaba a solo dos meses de cumplir los diecinueve años, la mayoría de edad en Corea, para mi familia eso no significaba nada, ya que, si uno vivía en su casa, era bajo sus reglas y que ser mayor de edad no implicaba hacer lo que uno quisiera. Estuve por mucho tiempo haciendo la investigación de alguna universidad de carácter religioso, tenía miedo a salir al mundo sin los que conocía desde pequeña, todas las universidades que eran una opción tenían requisitos complejos, un historial impecable, excelencia académica de preferencia, la hoja de vida limpia y lo más importante, todos los sacramentos correspondientes a la edad cumplidos y una familia religiosa perteneciente a una iglesia y sus sacramentos cumplidos, gracias a Dios yo cumplía todo, solo esperaba que las calificaciones de los exámenes para el ingreso fueran suficientes, y para eso estaba estudiando rigurosamente lo cual llenaba de orgullo a mis padres.

El día de mi cumpleaños llegó, mis padres no celebraban jamás, porque, decían que las fiestas eran un espacio para que el diablo metiera sus garras, pero, siempre soñé con un pastel de cumpleaños, lo vi una vez en la casa de Daniela, una de las chicas latinas de la comunidad, lamentablemente por culpa de mis padres fueron sacados de la iglesia y se mudaron debido a los malos comentarios que la gente comenzaba a hacer cada vez que los veía, nunca me atreví a preguntar que hicieron, Daniela era una niña muy dulce y su familia no era tan estricta como las demás. Bajé a la cocina, no sé por qué aun guardaba la esperanza de ver, aunque fuera un desayuno especial, llegué a la cocina, mis padres me esperaban con la comida servida, lo mismo de siempre, algo de pan, proteínas y lácteos, y para mí solo fruta con una galleta integral.

My beautiful DemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora