Capítulo 9

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Masaki llamó de inmediato a Kento Murakami, el investigador privado que contrataba para que averigüe el pasado de los nuevos profesionales que ingresarían a la nómina de alguna de sus empresas y evitar así contratar personas con malos antecedentes o para saber si algún nuevo posible socio podía estar escondiendo algún secreto perjudicial para sus negocios, afectando el prestigio de Los Fukuda, por lo que debía desistir del nuevo ingreso o sociedad. El anciano le pidió a Murakami que delegara a otro investigador lo que estuviera haciendo para el grupo empresarial, ya que lo que le iba a encomendar era un trabajo que debía realizar exclusivamente y solo, ya que era un tema delicado y personal. Aceptando las condiciones del anciano multimillonario, el investigador privado designó entre sus empleados los trabajos que tenía pendientes para dedicarse solo a lo que Masaki le solicitara.

Entregándole solo el nombre de Yumei Ogawa, le pidió a Murakami que consiguiera información sobre qué ha sido de esa mujer durante los últimos veintidós años. Solo pasó una semana para que Masaki tuviera noticias del investigador, las cuales no fueron muy alentadoras. Resultó que el último dato que se tenía de la mujer que fue el amor de Aki era que había trabajado en el Grupo Empresarial Fukuda y que había vaciado las dos cuentas bancarias que tenía: una de haberes, donde le depositaban su salario, y otra de ahorros, sumando entre ellas unos cinco millones de yenes –unos treinta y ocho mil dólares americanos-. Por los registros de la cuenta de ahorros, el investigador indicó que el dinero que había en ella era producto de un fideicomiso por orfandad y pequeños montos que fue guardando como reserva. Este punto dio pie a que comentara que Yumei era huérfana y no tenía hermanos, por lo que no pudo hallar familiares directos de ella. Masaki lamentó que la muchacha no haya tenido familia, algo que de seguro su hijo desconocía, sino le hubiera comentado ese detalle.

Al no obtener mayor información por medio del nombre de la joven, el anciano le pidió a su investigador que con la foto que le envió buscara en los archivos visuales de las cámaras de seguridad de aeropuertos y estaciones de tren a una mujer con sus características físicas en la fecha que Aki indicó que no llegó a la cita para tratar el tema del aborto. Masaki iba a hacer uso de todos sus contactos y poder económico para conseguir esos vídeos y encontrar a Yumei. Este trabajo le costó un poco más de tiempo al investigador, ya que demoraron unas semanas en facilitarle el material visual que debía revisar, pero al final halló los vídeos que le mostraban a Yumei en una estación de tren. Una corazonada hizo que Murakami no se comunicara de inmediato con su anciano cliente, ya que debía asegurarse que la ciudad en donde la llevó ese tren fuera el lugar donde quería llegar la muchacha, por lo que solicitó los vídeos de ese día de esa nueva estación y semanas después pudo comprobar que sus sospechas eran acertadas, ya que Yumei se subió a otro tren y continuó viajando hasta llegar al pueblo de Takko, a más de 650 km de distancia de Tokio hacia el norte, en la Prefectura de Aomori, Distrito de Sannohe.

Murakami informó de este hallazgo a Masaki e indicó que se estaba dirigiendo hacia este pequeño pueblo rural en donde la mayoría de su población eran adultos mayores. Al llegar a su destino, el investigador buscó si ahí vivía alguna persona apellidada Ogawa, ya que era más que seguro que la joven podría haber ido hacia ese distante pueblo porque conocía a alguien o tenía un familiar lejano. Resultó que una anciana exprofesora de la escuela del pueblo llevaba ese apellido, así que la fue a buscar siguiendo las indicaciones que le dieron. Yukiko Ogawa era prima del padre de Yumei, la única tía que tenía por su familia paterna, ya que su padre fue hijo único. La joven tenía contacto con la profesora porque después de morir sus progenitores fue ella quien la cuidó hasta que terminó la escuela, momento en que la tía viajó a Takko para ejercer sus últimos años de carrera ahí, mientras que Yumei se quedaba en Tokio para estudiar la universidad. Al vivir sola, ya que nunca se casó ni tuvo hijos, la anciana se alegró de ser visitada por Murakami, por lo que le invitó a pasar, aunque fuera un desconocido. Cuando el investigador le preguntó por Yumei, la anciana dejó su sonrisa y rompió en llanto.

El amante perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora