Capítulo 15

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Shiro era un ser muy transparente. La alegría como la tristeza se le notaban de inmediato, por lo que su madre Yuna se dio cuenta que algo andaba mal con él cuando después de desayunar la primera mañana que despertaba en la Mansión Fukuda lo vio melancólico y atento al celular.

- ¿Sucede algo, Shiro? Quizás pueda ayudarte –ofreció su ayuda Yuna al verlo tan preocupado.

- No lo sé, quizás sea mi imaginación o algún efecto de la anestesia que me está haciendo ver cosas donde no las hay –dijo con la mirada fija en el teléfono, esperando que algún mensaje o llamada apareciera.

- La anestesia no afecta de esa manera varios días después, quizás en el momento que despiertas, pero ya tienes tres días desde que fuiste operado. Dime qué te preocupa, quizás te pueda ayudar –la ternura con que Yuna le hablaba lo animó a contarle lo que le ocurría.

- Kazumi y yo tenemos la costumbre de hablar por teléfono todas las mañanas y las noches, para desearnos un buen día o un buen descanso. Ayer la llamé y me contestó a la tercera llamada, algo que nunca antes ha sucedido.

- Quizás no tenía registrado tu celular.

- Le escribí un mensaje ni bien ojii chan me lo entregó, diciéndole que este era mi número y que podíamos estar en contacto más fácilmente, ya que antes ella siempre tenía que esperar que yo la llame desde un teléfono público. Ella contestó el mensaje diciéndome que ya había guardado mi número en su agenda, pero cuando la llamé para desearle buenas noches, ella se demoró en contestar mi llamada, y cuando lo hizo se le escuchaba fría, como que no me quería hablar, y hoy ha sucedido lo mismo. Ella no era así conmigo, y estoy preocupado porque no la reconozco.

- No conozco a Kazumi lo suficiente como para poder excusarla o delatarla, solo te diré que trates de reunirte con ella y hablar del tema, quizás ella tiene miedo de que cambies al haber conocido la verdad de tu origen y ha comenzado a crear una barrera entre ella y tú para no salir herida –el comentario de Yuna creó una terrible angustia en Shiro.

- Madre Yuna, yo amo a Kazumi, me enamoré de ella siendo apenas un muchachito de dieciséis años, mi apellido podrá cambiar, así como mi domicilio, mi ropa y mi profesión, pero nunca mi amor por ella, eso es inalterable –dijo Shiro con mucha determinación, algo que alegró a la viuda de Aki.

- Pero quizás ella no lo sabe –Shiro la miró con duda y luego abrió los ojos de par en par al recordar que a Kazumi nunca le ha dicho que la ama.

- Entonces, ¿debo declararle mi amor?

- ¿Crees que es el momento adecuado para hacerlo? –la repregunta de su madre de cariño hizo que él reflexionara y recordara su deseo por mejorar en todo aspecto para ser digno del amor de la médica.

- No, no lo es –dijo tratando de pensar qué hacer, pero no se le ocurría nada-. Entonces, ¿qué puedo hacer para que ella no se quiera alejar de mí por miedo o cualquier otro motivo?

- Mantenerte cerca, siempre a su lado, sin descuidarla y que tenga contacto con nosotros, así podemos comentarle a cada momento sobre tus cualidades para que se conserve interesada.

- Pero si ella no me contesta las llamadas o es muy cortante, ¿cómo lograré que ella quiera verme para conversar y así convencerla de venir a casa para que la amistad se dé contigo, con obaa chan y con tía Nara?

- Ella es médica y ofrece consultas a sus pacientes. Acabas de ser operado por ella, así que, eres su paciente. ¿Por qué no solicitas una consulta médica con ella? –la sonrisa pícara de Yuna hizo que Shiro se diera cuenta que su madre postiza era muy inteligente y rápida para encontrar soluciones a los problemas, por eso su padre la tenía como una de sus asesores principales y ahora lo era para el abuelo. Shiro llamó al hospital y solicitó una consulta con Kazumi para que le retirara los puntos quirúrgicos, por lo que debía esperar cuatro días para verla-. No pongas esa cara, cuatro días son nada a comparación de los años que pasaste sin saber de ella –el comentario de Yuna fortaleció a Shiro.

El amante perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora