Capítulo 17

28 5 12
                                    

¿Con o sin juguetes?

Delany

Su excitación me contagió a al instante.

—Ethan... —jadeé.

—¿Sí? —Sus ojos se oscurecieron deseosos de que poseyera su cuerpo. «¿Qué es lo que quería decirle?»—. Por favor, Del —gimió, pegándose más a mi erección.

¡Maldición!

Mi cordura se fue por caño. Tomé su trasero y lo apreté contra mí.

—Tú lo pediste —advertí. Su lengua experta entró en mi boca mientras lo llevaba, con cierta torpeza a causa de la rapidez, hasta la cama. Su humedad era evidente y eso solo hizo que enloqueciera, aunque en esa ocasión tenía una meta—: te haré gritar —murmuré a su oído y un gemido de su parte fue lo obtuve como respuesta en el momento en que le quitaba la bata.

Tomé el antifaz para dormir que nos habían brindado el hotel.

—¿Qué haces? —exclamó perplejo.

—¿Quieres que lo haga?, ¡póntelo! —Ethan me observó dubitativo—. Mi cuerpo, mis reglas —continué—. Créeme, te volverás más receptivo—. Te mostraré las maravillas que nuestro cuerpo puede experimentar —aseguré en un susurro a milímetros de la delicada piel de su cuello. Sus mejillas se encendieron y sus labios estaban rojos como consecuencia de la lucha entre nuestras bocas—. Recuéstate —ordené.

¡Carajo! Me hubiese encantado ser yo la que estaba a punto de experimentar tremenda locura.

Ese día mi cuerpo cumpliría una de su fantasía, y yo no estaría ahí.

—Del, creo que...

—¡Oh, no! —lo corté, aferrando sus manos sobre su cabeza—. Ya no hay vuelta atrás.

Su respiración se aceleró aún más, sin embargo, no se movió cuando me quité de encima de él para deshacerme de mi estorbosa ropa.

Tomé la botella de chocolate líquido, el vibrador y el sobre de lubricante a base de agua que venía de regalo con el juguete.

«El condón», me recordó una vocecilla en mi interior.

Cuando tuve todo lo necesario, coloqué las cosas a mi lado, al tiempo que yo me posicionaba entre sus piernas.

Su abdomen se contrajo en el momento en que el chocolate cayó sobre sus senos y después en su ombligo, hasta llegar a su vientre. Planté un suave beso en sus labios y con una agónica lentitud bajé por su cuello, clavícula y me detuve en sus pechos.

—¡Aaah! —gimió. Consumí el dulce chocolate sobre su piel besando, chupando y mordiendo de vez en cuando y justo en el momento en que llegué a su vientre, su cuerpo se contrajo al reconocer mis intenciones—. Del...

No lo dejé continuar y me adentré entre sus piernas, donde mi lengua se dejó llevar por sus gemidos. Su sabor, su olor, todo en él me volvía loca... Sus caderas se elevaron en un intento de sentir más de mis caricias, no obstante, me alejé para apreciar los espasmos de su cuerpo.

Rasgué el sobrecito negro de lubricante y vertí un poco sobre mis dedos para distribuirlo por su clítoris con movimientos delicados que aumentaron poco a poco de velocidad, mientras introducía la punta de un dedo en su interior para moverlo de manera circular. Mis caricias le devolvieron los espasmos a mi presa.

En el momento en que su cuerpo comenzó a retorcerse, que sus gemidos aumentaron, y que su sexo se contrajo al borde de la locura, me aparté.

—¡Mmm!

¿CAMBIAMOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora