Capítulo 1

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¿Amor a primera vista, o deseo a primera noche?

Delany

—¡Salud! —exclamamos al unísono.

Acerqué el pequeño vaso a mis labios y bebí su contenido de un solo trago. Quizás era que después de cinco shots mis sentidos ya estaban embotados, o bien, que ya me había acostumbrado al sabor fuerte de aquel fluido amarillento, no estaba segura; no obstante, resbaló por mi garganta con mucha más facilidad que el primero.

El celular de Zoe vibró, avisándole de una notificación, y un minuto después comenzó a leer en voz alta:

—Horóscopo del día —anunció, mientras abría y cerraba los ojos en un intento de enfocar las pequeñas letras de su móvil—: la diversión y el amor... están más cerca de lo crees...

—¡Oh, vamos, Zoe! —exclamé exasperada y puse los ojos en blanco—. Tienes que dejar de creer en eso...

—Deja que siga —me interrumpió Samuel—. Yo sí quiero escuchar mi fortuna —dijo, arrastrando las palabras para después asentir más de lo necesario.

—Como decía: relajarte y tomar tiempo para ti... es todo un reto, aunque necesario...

—Voy por más alcohol —susurré, dejándolos a ellos con eso del «horóscopo». Llegué hasta la barra, demasiado inestable como para beber más, sin embargo, no quería escuchar esas tonterías del «destino»—. ¡Tres más, por favor! —pedí al barman, levantando la voz para hacerme oír por encima de la música.

—¡Enseguida, hermosa! —El sujeto me giñó un ojo. «Idiota», pensé, mas no tuve oportunidad de decírselo, porque un movimiento a mi izquierda me distrajo.

—¡Cuatro más, hermano!

Un joven alto de piel aceitunada con ojos marrones y cabello despeinado, se recargó en la barra. Llevaba una playera negra que resaltaba cada músculo bien definido de su torso y brazos...

«Vaya, que bueno está».

—Si dejas de incitarme a pecar con esa mirada tan provocativa, quizás tenga oportunidad de decirte mi nombre antes de llevarte a mi habitación —señaló al tiempo que una sonrisa tan... sensual se dibujó en su rostro. «¡Dios, esos labios...!».

¡Carajo!

—Yo... Lo siento mucho... no... —mascullé, buscando una buena excusa en mi cabeza embotada.

—Tranquila. —Su risa hizo que mis ojos terminaran en sus labios, otra vez.

«Maldición, me temo que el alcohol a hecho de las suyas», dijo la débil voz racional en mi interior. Parecía que era un buen momento para dejar de beber.

—Aquí tienen sus bebidas —anunció el barman a ambos.

—Gracias —exclamé al instante, feliz por la distracción.

—Permíteme invitarte un trago —farfulló el joven a mi lado.

—Yo..., yo... —titubeé, pestañeando con nerviosismo.

«Vamos, Delany, recupérate», me reprendí, porque seguro parecía una idiota.

—¿Qué pasa? —se mofó.

—¿Intentas aprovecharte de mi ebriedad?

—Creo que soy yo el que debería tener cuidado: me has desnudado con la mirada hace unos instantes —me recordó, con esa sensual sonrisa.

Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo hasta instalarse en mi vientre.

—Entonces, ¿qué dices?

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