¿En las buena y en las malas?
Delany
—¿Está consciente? —preguntó Ethan.
—No.
—Bien. Emma ve por mi madre y dile que necesito hablar con ella, no quiero entrar y tener esa conversación con mi padre ahí.
—De acuerdo.
Emma se levantó y entró en la habitación treinta y seis.
—¿Quieres un té? —ofrecí, acariciando el dorso de su mano.
—Gracias, preciosa.
Fui directo a la cafetera y justo en ese momento una mujer alta de traje azul marino, salió de la habitación. Su cabello comenzaba a cubrirse de canas y las arrugas alrededor de sus ojos, sumado a las grandes ojeras, la hacían parecer demasiado mayor.
—¡Ethan! —sollozó la mujer y eso llamó la atención de las enfermeras, quienes los fulminaron con la mirada, sin embargo, ellos no fueron conscientes de eso.
Preparé dos cafés y un té mientras contemplaba cómo Ethan abrazaba a su madre hasta que su cuerpo dejó de temblar, entonces me lanzó una mirada a modo de señal para acercarme.
—Madre, ella es Delany, mi pareja —que me presentara a su familia como su pareja me ponía nerviosa: Emma reaccionó de una manera extraña y la madre no fue la excepción—. Delany, ella es Angélica, mi madre.
Sonreí con amabilidad, mas la mujer no dejó de mirar a su hijo.
—Ethan, dentro de un mes vas...
—Iba...
—Pero hijo...
—Madre, no es momento para eso, ya lo hablaremos a su tiempo, ¿de acuerdo?
«Iba, ¿iba a qué?».
—¿Café? —dije para no parecer una idiota ahí parada si saber de qué demonios hablaban.
—Lo lamento, cariño —se disculpó la mujer para ponerse en pie y besar mi mejilla a modo de saludo—. Un placer conocerte.
—El placer es todo mío.
La mujer aceptó el café al igual que su hijo el té y yo volví a retirarme para ir por el mío. Cuando regresé, vislumbré que la madre de Ethan se ponía en pie y regresaba a la habitación. Tomé asiento al lado de él.
—Sé que tienes preguntas —Se inclinó hacia el frente con sus manos entrelazadas—. Y te prometo que te explicaré todo.
—Bien.
—Mi madre y Emma se irán a casa: no han dormido bien, si gustas puedes ir con ellas a descansar...
—¿Quieres que me vaya? —pregunté—. Si necesitas espacio dímelo, Ethan, no tengo inconveniente con ello —aseguré a la vez que acariciaba su nuca.
—No, Del, no quiero que te vayas —confesó volviendo su vista en mi dirección—. Estoy asustado por lo inevitable de la situación y por lo que me espera en un futuro próximo...
—No estás solo, Ethan...
Ethan pegó su frente a la mía y soltó un suspiro.
—Del..., no pudiste llegar a mi vida en un mejor momento.
Las puertas de la habitación treinta y seis se abrieron y nosotros nos levantamos para dirigirnos hacia ellas.
—¿Francisco sigue en la sala de espera? —inquirió Emma, sorprendida
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¿CAMBIAMOS?
Romance¿Quién no ha soñado con unas vacaciones que le cambien la vida? Ahora imagina: vacaciones, amigos, diversión, alcohol y... quién sabe, quizás algo más. Despertar con alguien en tu cama después de una noche de tragos y no recordar nada, no es nada a...