Cap. 11 - Mensajes De Textos

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El domingo por la tarde, Roy entró en el viejo y sucio gimnasio saludando a todos los chicos que estaban entrenando ó pasando el rato. El gimnasio de Daniel era un enorme edificio de ladrillos tan viejo cómo el mismo dueño. Ese lugar cómo muchos otros en el barrio, vió crecer a unos pequeños Emilio y Roy.

— Hola Alicia — Roy le dedicó una brillante sonrisa a la nieta de Daniel, una pequeña chica de 14 ó 15 años que ocasionalmente hacía su tarea detrás del mostrador.

— Roy — Ella literalmente suspiró y él contuvo una sonrisa, ella estaba perdidamente enamorada de él.

— ¿Está Emilio por aquí? — Ella estaba a punto de hiperventilar y Roy se apiadó de ella alejándose un poco del mostrador, ella simplemente movió su cabeza en afirmación haciendo que sus trenzas se movieran en sus hombros y luego señaló hacía los sacos de boxeo más lejanos. Él le dedicó un guiño y ella se ruborizó de pies a cabeza.

Roy caminó por el enorme gimnasio saludando a todo el mundo cómo era natural en él. Siempre sonriendo. Siempre tan amable.

Al llegar a la zona de sacos de boxeo pudo ver a Emilio moliendo a golpes una bolsa de arena. La mayoría del tiempo que ellos tenían libre, lo gastaban en éste gimnasio (que sería aproximadamente un par de veces a la semana con un mínimo de 3 horas) Y pudo notar que Emilio sudaba cómo un loco, lo que significaba que ya estaba por irse.

— Hermano — dijo Roy y Emilio asintió a modo de saludo con toda su concentración puesta en la bolsa, le dió unos golpes más y se retiró. Roy se acercó y sacó unos guantes del armario en la pared. Emilio se quitó la camiseta y se secó la frente mientras alcanzaba la botella de agua y se lanzaba a un banco cercano. Vió a Roy ponerse en dónde él había estado y empezar a golpear la bolsa.

— ¿Dónde estabas anoche? — Dijo Roy haciendo una mueca mientras lanzaba un golpe con la derecha.

— ¿Qué? — Por un momento Emilio sintió pánico al pensar que de alguna manera Roy sabía de su increíble momento con Joaquín.

— Ayer fué la pelea de Mayweather y tú te la perdiste — Emilio soltó el aliento aliviado y agradeció que Roy no podía ver su cara en éste momento.

— Lo siento, tuve que trabajar en Deli-Tacos — Él paró por un momento de golpear la bolsa y me miró para ver si era verdad, entonces se encogió de hombros y se quitó la camisa para continuar golpeando.

— Oye Emilio — Dijo después de un rato. Ekilio alcanzó una de las pesas pequeñas que estaban en el piso y comenzó a subir y bajar el brazo izquierdo — ¿Recuerdas a ese chico Joaquín?

— Si — Se maldijo porque fué más cómo un reflejo y tal vez demasiado rápido.

— ¿Lo has visto? — Maldición. Aún cuándo Roy no sabía nada, él sabía. Al hijo de puta nunca se le escapaba algo y era demasiado inteligente para su propio bien. Emilio fingió concentrarse en el suelo mientras levantaba las pesas con aire ausente.

— No — Dijo secamente. El celular de Emilio comenzó a sonar a su lado y rápidamente ojeó el mensaje.

De: Thalia C.

Ha pasado 1 semana. Ven a mi casa.

— Debo irme Roy, te veo luego — Emilio corrió fuera del gimnasio ignorando las protestas y quejidos de Roy detrás de él y caminó a la casa de Thalia Colton




— Debo irme Roy, te veo luego — Emilio corrió fuera del gimnasio ignorando las protestas y quejidos de Roy detrás de él y caminó a la casa de Thalia Colton

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Corazón Tatuado // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora