Cap. 7 - Para

226 30 8
                                    



Mierda, mierda y más mierda.

Antes de poder detenerse Emilio estrelló su puño con uno de los casilleros de la sala de luchadores, agradeció brevemente que todos los que habían peleado hoy ya se habían ido y estaba sólo en el lugar. Su respiración era pesada y entrecortada.

¿Qué demonios había pasado? ¿Eso malditamente había pasado?

Recordó verlo desde la jaula, sabía dónde iban a estar sentados porque él había arreglado los asientos, pero al encontrar su mirada, fué cómo si sólo estuvieran ellos dos en aquel lugar, fué cómo si todo el ruido desapareciera poco a poco y sólo pudiera ver esos ojos mieles. Sólo quería terminar la maldita pelea y correr hacía él para escuchar su voz ¿Cuán patético era eso? Entonces él entró en la habitación que usaba para prepararse y jodida mierda. Él lucía caliente. Definitivamente no era cómo lo había visto la primera ó segunda vez, él traía uno de esos pantalones que hacen que quieras poner tus manos sobre su culo ¿Y esa camisa mostrando un poco de vientre? Sip, él seguro tuvo una erección al verlo.

Pero mierda, luego él dijo su nombre y todo se puso de locos. Joaquín ¿Cómo de extraño es eso? Llevó sus manos hacía su pecho rozando levemente el tatuaje. De verdad era una extraña coincidencia que su nombre esté tatuado encima de su corazón... Déjate de eso, hombre. No hay tiempo para amoríos estúpidos, se dijo así mismo justo cuándo la puerta de la sala se abría, él se tensó pensando que podía ser él.

— Hey hombre ¿Sabes qué Andrés se molestará por lo que le hiciste a su casillero? — Se giró al ver que era Marcus, el hombre con el que había peleado hoy, por ninguna razón notó que venía de las duchas con una toalla amarrada a la cintura.

— ¿El casillero de Andrés? — preguntó aún abrumado por sus propios pensamientos.

— Oh sí, es el casillero que toma cada vez que viene a luchar, ya sabes — A diferencia de lo que creía todo el mundo, los luchadores que se enfrentaban en combate no siempre se llevaban tan mal, Marcus "Martillo" Miller era uno de los veteranos de éste lugar y cuándo Emilio entró en los combates Marcus ya dominaba la jaula a la perfección y era el favorito de todos hasta que llegó la carne fresca y bien parecida de Emilio — Honestamente no diré nada porque Andrés ha sido un hijo de puta arrogante desde que llegó y me encantaría verlo cabreado.

— Sí, bien — Emilio seguía rascándose el pecho con aire distraído, Marcus se sentó en el banco frente al suyo y comenzó a vestirse.

— ¿Estás bien? — Emilio negó con la cabeza — ¿Problemas con tu hombre? — Emilio le dedicó una mirada extraña, pero se dió cuenta que eso era lo que parecía si acariciaba constantemente el tatuaje del nombre de un hombre en su pecho así que no se molestó en corregirlo.

— Entiendo lo que es, Valerie y yo tuvimos muchos problemas antes de poder estar juntos en realidad, ya sabes, básicamente sus padres me odiaban y éramos jóvenes y no nos importaba una mierda.

— No puedo estar con él — se escuchó decir, sorprendido por su propia confesión — Él es de la clase alta amigo.

— Eso es una mierda ¿no? Sin embargo eso nunca nos detuvo a Valerie y a mí, ahora estamos viviendo en una pequeña casa en el barrio con una preciosa niña de 4 años, ella nunca me ha dicho que no es feliz ¿Esa clase de muros? Sólo existen en tu cabeza, amigo — Marcus le palmeó el hombro antes de salir y Emilio se quedó un rato absorbiendo las palabras de Marcus, sin embargo todo lo que podía ver eran imposibilidades. Él jamás querría estar con un tipo que ni siquiera podría llevarlo a un restaurante bonito, sin mencionar que tenía cero modales y no sabía cómo llevar una conversación trivial, pero era bueno noqueando gente ¿Quién querría eso?

Corazón Tatuado // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora