•PARTE 4

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Mientras caminaba, sintió algo vibrar en su pantalón. Sacó su teléfono celular de este. Al parecer era su madre.
No había podido hablar con ella ya que la recepción en el bosque era terrible y aún no ponían su teléfono de casa.
Respondió la llamada.
—¡Nicky! ¿Cómo estás? —se escuchó por parte de su madre.
—Bien, ma. —respondió Nick.
—¿Y Once? ¿Ya vendió esa cosa?
—Thneed. Y no lo sé. Lo dejé en el centro y yo vine a buscar trabajo.
—Hmm... Lamento que tengas que trabajar tú sólo.
—Tranquila, confío en que Once va a vender su invento. —se escuchó un suspiro del otro lado de la llamada.
—Si tú lo dices... ¿Encontraste trabajo?
—¡Sí! Voy a trabajar de mesero.
—Uy... ¿Mesero?
—Lo siento, mamá, pero es lo que hay en lo que busco dónde estudiar y saco dinero para mis estudios.
—Aveces no entiendo por qué decidiste ir con Once.
—Es mi hermano.
—¡Lo sé! Pero ahora ninguno podrá terminar sus estudios.
—Tranquila, en cuanto ambos tengamos dinero, comenzaremos a estudiar.
—Bien... Me tengo que ir, Brett acaba de tirar algo... Ese mocoso... —masculló la señora. —Me hablas cuando puedas.
—Sí, ma. —fue lo último que dijo antes de colgar el teléfono.
Pasó un par de horas vagando y viendo cosas, hasta que decidió volver a buscar a su hermano.
Por desgracia, no estaba ahí.
Tomó su teléfono y lo llamó.
—¿Nick? —se escuchó la voz de Once, pero no sé oía muy bien.
—¡Once! ¿Dónde estás?
—Oh, eh... Casi a las afueras de la ciudad. Perdón por haberme ido sin tí.
—No te preocupes, ahora voy. —colgó y se dirigió a buscar a su hermanito.
Lo encontró prácticamente afuera de la ciudad, arriba de la carreta. Estaba lleno de jitomates. —Oncie... —dijo con tristeza al ver a su hermano. —¿Qué pasó?
—¿Esto? —preguntó señalando su rostro. —No es nada. Sólo una mala racha... Mañana será mejor.
—Ay... Once. —tomó una esquina del Thneed. —¿Te molesta? —Once sólo negó con la cabeza.
Nick, con la esquina del invento de Once, limpió la cara de su hermanito, quien sólo desviaba la mirada. No le gustaba que su hermano lo viera así. Aunque no fuera la primera vez que lo consolaba luego de fallar en algo. —Mañana será otro día. Va a ser mejor. —Once le sonrió. Él no iba a darse por vencido, pero sí se sentía mal.
—Gracias, Nick. —el mencionado le sonrió y le dió un pequeño abrazo.
—Tranquilo... Hay que volver, ¿Sí? Si quieres yo tomo las riendas. Cuando lleguemos te voy a hacer esos panqueques que tanto te gustan y un chocolate caliente, ¿Sí? —Once sólo dió una pequeña risita.
—Sabes cómo animarme.
—Soy tu hermano mayor. —las palabras que acababa de decir retumbaron en su cabeza. "Su hermano mayor". ¿Por qué tenía que ser así?
—Ni mamá sabría cómo.
—Cierto, soy el mejor. —ambos rieron. —Bueno, vámonos. —llegaron a la casa y, después de mucha negociación, lograron hacer que los animales, junto con El Lorax, se fueran de la casa.
Como lo dijo, dejó que Once se recostara en la cama mientras él le cocinaba unos panqueques y le preparaba un chocolate caliente. Si bien, Once quiso ayudar, Nick no se lo permitió.
Al final, Nick le dirigió el plato con panqueques Once y lo puso en una pequeña silla que colocó al lado de la cama para que la usara como mesa, mismo lugar donde colocó el vaso de chocolate.
—Acuéstate conmigo. —le pidió Once a Dominick.
—Tú descansa, yo voy a limpiar la casa.
—¡Anda!
—La casa es un desastre, Once.
—Ni que fueras mi sirviente. ¡Ven! Luego te ayudo. —Nick reviró los ojos y se recostó al lado de Once, quien estaba sentado recargado de la pared; por lo que Dominick se recargó en su hombro.
—¿Cómo estás?
—Bien.
—En serio, ¿Cómo estás?
—Ya te dije, bien.
—Te lanzaron jitomates a la cara en un intento arduo de vender tu invento. No te creo. —pudo sentir cómo Once lo abrazaba, así que se acomodó para poder corresponder el abrazo.
Escuchó un suspiro pesado de parte de Once.
—Tal vez, pero tengo a mi hermano aquí conmigo, ¿Qué más necesito? —Dominick sonrió para él mismo.
—¿Estás seguro de que estás bien?
—Estás aquí, así que sí. Estoy de maravilla. —tomó un pedazo de panqueque con un tenedor y lo puso frente a Nick. —¿Quieres? —Dominick sólo acercó su boca al tenedor y comió ese pedazo.
Once rió.
—Tenías que decir que no para que yo me lo comiera. —Nick se tragó el pedazo que había comido.
—Sabes que yo no hago eso.—ambos rieron.
Continuaron ahí recostados, platicando acerca de lo que harían ahí. Nick le comentó acerca de seguir los estudios, Once, si bien quería vender su invento, también quería tener preparación, así que no le pareció una terrible idea.
—Tendremos que buscar una universidad con lo que queremos estudiar.
—¿Qué estudiarías tú? Nunca me lo dijiste.
—Supongo que algo que tenga que ver con lo que hago... ¿Relaciones comerciales?
—Pensé que dirías música o algo así.
—Puede ser... Pero ya sabes que...
—La gente necesita a personas innovadoras, lo sé.
—Tú vas a ser abogado, ¿No?
—¿Te confieso algo?
—Dime.
—No quiero ser abogado.
—¿No? ¡Pero te la pasas hablando de eso!
—Mamá quiere que sea abogado y, bueno, no quiero decirle lo que realmente quiero estudiar...
—¿Qué es?
—Literatura.
—¿Literatura?
—Me gusta lo de los abogado y las leyes pero... —suspiró. —No es lo mío.
—Y, ¿Por qué no le dices a mamá?
—Sabes cómo es.
—No tienes que ser tan conformista siempre. Aveces necesitas ser tú mismo.
—No quiero ser yo mismo... Quiero encajar.
—¿Y dónde quedas tú? Yo no quiero al abogado Dominick-Ler, quiero al escritor Dominick-Ler.
—Eres un cursi. —ambos rieron.
—Se terminaron los panqueques. A limpiar.
—Ay. —se quejó Nick. —¿Y si limpias tú?
—No, levántate. —Dominick se levantó a regañadientes y se puso a limpiar y recoger el desastre que habían dejado los animales, junto con Once.

Al final, terminaron exageradamente cansados. Eran las ocho de la noche, habían pasado prácticamente dos horas de arriba a abajo limpiando el lugar.
Bostezaron.
—Dios, muero de sueño.
—Yo igual. Así que, a dormir. —ambos se pusieron las pijamas. De nuevo, Nick prefería desviar la mirada y, para ser honestos, Once ni siquiera le daba importancia, mientras Doninick se cambiaba también lo hacía él, así que nunca desviaba la mirada a un lugar que no fuese una parte de su propio cuerpo.
Terminando, apagaron las luces y se recostaron. —¿Nick?
—¿Sí?
—¿Qué crees que pasará... Si vendo mi Thneed?
—Pues lo habrás vendido.
—No me digas. —dijo Once sarcásticamente, a lo que Nick rió.
—¿A qué te refieres?
—¿Qué pasará sí... —suspiró. —...si no lo logro?
—Podrás concentrarte en cosas como la escuela.
—¿Qué dirá la familia?
—¿Eso qué importa? Además, eso no va a pasar, porque eres Once-Ler, y Once-Ler nunca se rinde.
—Pero nunca funcionan...
—Verás que esta vez sí. —fue lo último que alguno dijo antes de quedarse dormidos.

~Are you satisfied?~ (Onceler/Una vez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora