Once estaba en su habitación, mirando recargada, en una esquina del cuarto, desde su cama, una guitarra roja.
Dominick le había regalado aquella guitarra en si vigésimo cumpleaños.
Esta se había convertido en su posesión más preciada, sin embargo, los recuerdos que tenía con ella eran pocos.
Apenas la había usado un par de veces desde que se la regalaron, durante los últimos años no había tenido tiempo de usarla.Se levantó de su cama y agarró aquella guitarra.
Volvió a sentarse en su cama.Miró fijamente aquella guitarra y soltó un suspiro pesado.
Comenzó a afinar las cuerdas.
Queria tocar algo, algo que le saliera del corazón.Llegó a su mente la canción que le había cantado a Dominick años atrás:
Piel canela.
Comenzó a tocar el inicio musical de aquella canción.Nick, cuyo cuarto estaba bastante cerca del de Once, escuchó el sonido de la guitarra. Al mismo tiempo que escuchó la música detenerse antes de que empezara la letra.
Sonrió para sí mismo al recordar aquél día en el que su hermano le había cantado esa canción.
No lo recordaba como el día antes de desastre, lo recordaba como un día lindo.
—Que se quede el infinito sin estrellas... —comenzó a cantar Nick desde su cuarto, con una sonrisa bastante melancólica. —O que pierda el ancho mar su inmensidad... Pero el negro de tus ojos que no muera... Y el canela de tu piel se quede igual...Once escuchó ligeramente el cantar de Dominick y soltó una risita.
—Si perdiera el arcoiris su belleza... —continuó Once. —Y las flores su perfume y su color... No sería tan inmensa mi tristeza como aquella de quedarme sin tu amor... —esto último lo cantó con tristeza.
La verdad era, que sí le dolía pensar que ya no tenía el amor de Nick.Dominick posó su mirada en el techo para luego suspirar con pesadez.
—Ay, Once-Ler... ¿Por qué tiene que ser así? —pregunta sin respuesta.
Tal vez simplemente su destino no era ser felices juntos.
Tal vez, sólo tal vez...Toda la mañana siguiente fue incómoda, es decir, no podían ni dirigirse la mirada.
Se amaban con toda el alma, pero su orgullo no les permitía estar juntos.El juicio se había aplazado 3 días, este era el segundo, así que se dirigieron al tribunal.
Antes de comenzar con la audiencia, Once miró a Nick, quien le desvió la mirada.
—Tal vez este no sea el último juicio al que nos enfrentemos en los próximos meses... ¿Podemos estar bien? —Nick dirigió su mirada a la de Once.
—Sí, Oncie... Podemos estar bien. —respondió Nick esbozando una tierna sonrisa en el rostro.Pasaron los siguientes dos meses de juicio en juicio.
Los chicos se habían vuelto mejores amigos, de nuevo.
Al demandas al final cesaron y comenzó la construcción de los muros.
Ya no sé permitía la entrada y salida de la ciudad, por lo que Nick tuvo que ir a despedirse de Norma. No volvería a verla.
La fábrica fue demolida y, en su lugar, se construyó una casa, lugar donde vivían Dominick y Once-Ler.El día en el que Nick se despidió de Norma, el primero llegó algo triste a su casa.
Después de todo, Norma había sido su única amiga durante todo ese tiempo y la única que lo había escuchado. Así que, sí, le dolía.
Él y Once compartían habitación, con camas diferentes, lógicamente.Nick se sentó al borde su cama. Estaba, de cierto modo, ido. Hundido en sus pensamientos.
Hasta que el sentir a Once sentarse a su lado lo sacó de su trance.
—¿Estás bien? —preguntó Once, poniendo uno de sus brazos en el hombro de Dominick.
—No realmente. —respondió Nick, cabizbajo.
—Ay, Nicky...
—Sólo mamá me decía así... —dijo Dominick con una sonrisa melancólica, generando una risita, igual de melancólica, en Once-Ler.
—Se escucha tierno. —ambos rieron ligeramente.
—Ay, por Dios. —dijo casi en un suspiro.Se creó un silencio.
—Después todo... Era lo mejor, Nick.
—Dime algo que me haga sentir mejor. —reprochó.
—Hoy se cumplen dos meses y medio desde que dejé de talar.
—¡Dije algo que me hiciera sentir mejor!
—¿Y eso no te hace sentir mejor?
—Sí pero no. —se quedaron en silencio, nuevamente.
Cruzó por la mente de Nick aquella vez que había encontrado a Once con Gina Winter apunto de tener algo que ver. —¿Tú... Tuviste algo que ver con esas chicas?
—¿Eh?
—¿Te acostaste con ellas?
—Por Dios, ¡No! ¿Qué te hace pensar eso?
—Gina Winter.
—Ya no me acordaba... La verdad es, que si no hubieras llegado, yo hubiera buscado cualquier excusa para no hacerlo. ¿En serio crees que me acostaría con una mujer? No soy capaz de llegar tan lejos... ¿A qué viene la pregunta? —Nick se quedó callado.
Ni él sabía por qué esa pregunta había llegado a su mente.
—Curiosidad, supongo. —miró a los ojos a Once.
No, sí sabía por qué había preguntado.
"A la mierda el orgullo" se dijo.
No podía soportarlo más. —Quiero besarte, Once-Ler. —estas palabras generaron un revolotear en el estómago de Once.
Se sentía nervioso. No pensó que Nick fuera a decirlo así nada más. —¿Puedo besarte? —Once-Ler, con las mejillas ardiendo, sólo atinó a asentir con la cabeza.Dominick tomó con delicadeza la barbilla de Once y lo acercó hasta él, besándolo.
Once correspondió aquel beso, colocando una de sus manos en una mejilla de Nick.
Comenzaron a besarse.
Al fin se estaban besando sin ninguna preocupación, sin ningún miedo, sin ningún temor.
Se separaron de aquel beso. —¿Y lo harías... conmigo? —preguntó Nick con nerviosismo.
—Sin pensarlo dos veces. —respondió Once con una sonrisa.
—Entonces hagámoslo... Quiero hacer el amor contigo... —y así, sin más, se enredaron entre besos y caricias, para terminar haciendo el amor.Despertaron en la misma cama, abrazados por debajo de las cobijas.
Nick despertó primero, se vistió, y bajó al primer piso (cabe recalcar que la casa era de dos pisos y dormían en el segundo). Siento seguido algunos minutos después por Once.Al llegar abajo, Once se encontró con Dominick, quien iba de un lado al otro con palas.
—¿Qué sucede? —preguntó Once, aún adormilado.
Nick se acercó a él con algo en la mano, cuando se lo mostró, eran semillas algo pequeñas. —¿Y eso?
—Olvidé decirte... Ayer, de camino para acá, me tropecé... —rió. —... Y pues encontré algo en el suelo... Fui buscando más y... Recolecté unas cuantas.
—¡Esto es increíble! ¡Podremos plantar más árboles! —Once abrazó a Nick.
—Tal vez la tierra no sea la más adecuada... Pero con las cuidados especiales van a poder crecer. Lento, pero algo es algo.
—Bueno... Yo seguiré sacando las cosas. —dijo para luego dar un beso en la frente de Once. —Tú desayuna.Pasaron el resto del día buscando semillas y plantándolas.
La primer semilla la plantaron justo al lado de de la puerta de entrada de su casa.
—Bueno, va uno. —rieron.
—Once... —dijo Dominick, llamando la atención del mencionado. —Te amo. —Once le dirigió una tierna sonrisa. Escuchar aquellas palabras le animaban el corazón. —Al parecer vamos a pasar aquí toda la vida y... estoy feliz de tener que pasar toda la vida contigo.
—¿Plantando árboles? —rieron, de nuevo.
—Sí, plantando árboles. Entonces... ¿Te quedarías aquí conmigo toda la vida... —hizo una pausa.—...plantando árboles?
—Aquí y en otra vida.Pasaron los años desde aquél suceso. 20 en total.
Cuando un niño de 12 años de edad tocó la puerta de una casa que parecía estar enmedio de la nada.
Un señor de aproximadamente 50 años abrió la puerta.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Creí que ya nadie podía salir. —dijo aquél señor en cuanto abrió la puerta.
—Eh... Me llamo Ted... Necesito que me hablen de los árboles... —respondió aquél niño.
—¿Árboles...? ¿Dijiste "árboles"...?
—Eh, sí... ¿Usted es uno de los Ler?
—Dios, ¡Sí! Espera un momento. —respondió el señor con entusiasmo. —¡Oncie! ¡Mi amor! —llamó aquél hombre hacia adentro de la casa.Luego de un rato, invitaron a Ted a pasar a la casa.
Todo empezó hace mucho, pero mucho, tiempo atrás...
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~Are you satisfied?~ (Onceler/Una vez)
Fiksi PenggemarOnce-ler y Dominick-ler, dos hermanos (adoptivos) viajan a un bosque en busca de nuevas oportunidades para ambos. Cuando Once logra llevar su invento a las nubes, la fama se le sube a la cabeza y Dominick intenta hacerlo entrar en razón antes de que...